Discernimiento

Definición

La palabra “discernimiento” proviene del latín “cemere” que significa “escoger”, en el sentido de seleccionar, separar.  El prefijo “dis” refuerza la idea de división, de escoger.  Por lo tanto, “discernimiento” significa separación.

Esta palabra sirve para indicar la facultad de escoger, de distinguir, inherente a la mente humana, primero como poder embrionario y latente y, después, a medida que ella progresa y se desarrolla, como una cualidad cada vez más aguda, completa y profunda.

Se puede decir que esta cualidad mental sigue el proceso evolutivo de la mente del individuo, dado que se inicia cuando en el hombre surge el primer destello de dualidad y alcanza su expresión más alta y plena, cuando él despierta totalmente para la consciencia espiritual y adquiere visión de aquello que está detrás de la forma.

El verdadero discernimiento espiritual, es la facultad de la mente de discernir entre lo irreal y lo real, entre lo que es efímero y caduco y lo que es eterno e imperecedero y, por lo tanto, es la meta y punto de llegada de un largo camino con varios grados y etapas.

Para alcanzar este meta, la facultad de discernimiento en vías de desarrollo se manifiesta como una cualidad de la mente concreta y es utilizada por el hombre en su aspecto “opción cierta”, es decir, correcta discriminación y facultad de selección.

Podemos decir, que existen dos aspectos del discernimiento: El aspecto mental y el aspecto espiritual.

El primero es una facultad de la mente concreta y se vuelca hacia el exterior, la personalidad.  El segundo, también pertenece a la mente concreta, recibe el reflejo de la luz del “Yo” Superior, se torna hacia el interior, para el mundo de las causas, y a veces se eleva hasta el plano de la intuición.  El verdadero discernimiento espiritual de hecho es, en cierto sentido, el aspecto inferior de la intuición.

Nuestra mente concreta posee muchas cualidades, como por ejemplo, las facultades de comprender, razonar, analizar, sintetizar, etc.  El Discernimiento, es algo distinto a todas estas facultades, o tal vez sea el producto sintético del uso de todas ellas, el resultado final alcanzado por la mente después de haber empleado los diferentes procesos.

Es obvio que no puede haber discernimiento y, por lo tanto, capacidad de correcta y justa elección cuando la mente está aún vaga, inmadura, dado que en tal caso, existe el predominio del cuerpo emocional con todas sus dificultades.  Los mayores obstáculos al progreso del discernimiento provienen, efectivamente, del cuerpo emocional y son: los grandes apegos, el deseo de felicidad, las oscilaciones del cuerpo emocional, los bloqueos emocionales.

El apego excesivo a las personas o a las cosas ofusca la fluidez de la mente e impiden elegir de modo sabio y discernir el camino correcto.  Así mismo, el deseo egoísta de felicidad no deja ver de modo objetivo y claro y puede conducir  hacia el camino errado, impidiendo el discernimiento entre el bien y el mal.

Las oscilaciones del cuerpo emocional entre dos polos opuestos constituyen el obstáculo más común y más grave.  Cuando el hombre está polarizado en las emociones, oscila continuamente entre pares de opuestos: placer-dolor, amor-odio, euforia-desánimo, etc., y está continuamente en conflicto, sin saber encontrar una solución para su problema.  La mente está influenciada por estas oscilaciones y sus facultades son anuladas por las perturbaciones y agitaciones de las ondas emocionales.

Los bloqueos emocionales son un obstáculo más insidioso, porque yacen profundamente ocultos en el inconsciente, disfrazados bajo el aspecto de cualidades o tendencias positivas.  El individuo es totalmente impotente contra ellos hasta que su mente se torne de tal modo poderosa e iluminada, que pueda tener capacidad de dispersar las tinieblas emocionales.

Todos estos obstáculos al discernimiento, que provienen del cuerpo emocional, pueden ser superados lentamente por el progreso de la mente y por el uso constante de su poder de dominio sobre las emociones.

Refiriéndonos al discernimiento espiritual no es ejercicio extraño y complicado.  Todos los días a toda hora estamos ante situaciones que exigen un cierto grado de discernimiento espiritual.  Lo importante es que vayamos aprendiendo de la experiencia diaria y vayamos haciendo nuestros los valores del Evangelio, de una manera más consciente, para acertar en nuestras búsquedas de la voluntad de Dios a cada instante.

En este sentido, sabrá discernir quien se haya habituado a preguntarse constantemente, ante los dilemas cotidianos, por aquello que el Señor habría hecho ante una situación como la actual.

El discernimiento es un arte y por tanto, supone el aprendizaje de una serie de técnicas y procedimientos que pueden ayudar a buscar y hallar la voluntad de Dios en la propia vida.  Sin embargo, las técnicas no son suficientes.  Es necesario la práctica diaria del examen de conciencia para aprender de la experiencia que vamos teniendo cada día.  Una persona que está acostumbrada a revisar su propia vida desde los ojos de Dios, se irá haciendo, poco a poco, un maestro en el discernimiento espiritual.

No podemos dejar de lado la contemplación de los misterios de la vida del Señor, tal como se nos transmitieron en los Evangelios; en ellos encontramos los criterios desde los cuales podemos juzgar nuestra vida y tomar las decisiones más acertadas, desde la perspectiva de la voluntad de Dios y no desde los criterios de este mundo.

La contemplación de la vida del Señor nos va impregnando de sus sentimientos, actitudes, valores, formas de reaccionar, que serán los que guíen nuestras búsquedas cotidianas.

Es importante señalar que el discernimiento no se puede quedar sólo en el descubrimiento de lo que Dios nos pide en un momento determinado de nuestra historia personal o comunitaria.  Es indispensable que llevemos a la práctica eso que hemos descubierto, sabiendo, por lo demás, que esta vida según el Espíritu de Dios, nos traerá problemas e implicará participar de muchas maneras de la suerte del Señor, que supo hacerse obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Cfr. Filipenses 2, 8).  Porque no entrará en el Reino de los cielos el que diga “Señor, Señor”, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial (Mateo 7, 21).

Conclusión

El discernir consiste en separar lo verdadero de lo falso.

La falta de discernimiento nos lleva a la larga a un desequilibrio personal y por ende influye también en el medio social donde vivimos.

Muchas veces nos acomodamos con las circunstancias de la vida, pero eso no quiere decir que sepamos discernir.

A veces pensamos que tomamos decisiones con discernimiento, pero en realidad sólo son decisiones de conveniencia.

El buen elegir nos llevará continuamente a esferas más elevadas.

El discernir correctamente nos aflorará sentimientos sutiles que nos servirán para alejar viejos prejuicios.

La verdadera intuición del “Ser” conoce al discernir.

En fin, está en cada uno el de acertar la decisión en el momento apropiado, y esto no es cuestión de acomodar las cosas a nuestro favor, si no más bien es una cuestión de estar atento a la conciencia elevada del Yo Soy.

Para reflexionar

Reflexiona y analiza sobre la importancia dada al discernimiento en las decisiones de la vida de familia, de comunidad y de Iglesia.