COMUNIDAD HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO

MINISTERIO DE FORMACIÓN

GUÍA DE PREDICACIÓN

Julio 25/ 2012

 

Familias construidas sobre la Roca

(Mt 7,24-27)

 

La Familia “Patrimonio de la Humanidad”,  así lo describe tan sabiamente el Documento de Aparecida en su numeral (302).  Constituye uno de los tesoros más valiosos de los pueblos latinoamericanos. Ella ha sido y es espacio y escuela de comunión, fuente de valores humanos y cívicos, hogar en el que la vida  humana nace y se acoge generosa y responsablemente.


OBJETIVO

Tomar conciencia de que siempre en nuestras familias debe haber, paz, gozo, alegría, bienestar y toda clase de bendiciones para edificar nuestras vidas y así, estructurar familias sólidas, de tal forma que no haya adversidad que pueda dañarla y eventualmente derribarla. Esto solamente lo lograremos con la fuerza que viene de lo alto; El espíritu Santo de Dios.

 

INTRODUCCIÓN

Cristo no ha querido acabar Él mismo su misión en la Tierra, sino que ha confiado al Espíritu Santo el cuidado de coronar la obra que El había recibido del Padre. Entonces nosotros estamos aquí para dejarnos guiar e iluminar por el Espíritu Santo y ayudar en esa misión, comenzando por nuestras familias.

El misterio del Espíritu Santo se derrama sobre los discípulos de Cristo, haciendo un solo cuerpo, el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia, dándole un nuevo principio de vida, un principio sobrenatural: la gracia.  


DESARROLLO Mateo 7: 24-27

«Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca: cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, y embistieron contra aquella casa; pero ella no cayó, porque estaba cimentada sobre roca.

Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre insensato que edificó su casa sobre arena:         cayó la lluvia, vinieron los torrentes, soplaron los vientos, irrumpieron contra aquella casa y cayó, y fue grande su ruina.»

Si queremos  edificar una familia sólida que no se caiga por fuertes que sean los vientos, entonces necesitamos: escuchar  y poner en práctica la Palabra de Dios; de otra manera nos podemos sorprender cuando soplen fuertes vientos y tormentas y  la arruinen.

Escuchando la Palabra de Dios y poniéndola en práctica, solo así podemos cuidar nuestra casa. Practicando las Bienaventuranzas, (limpiándola de toda suciedad que son los virus), alejando todo tipo de depresión, tristeza, enojo, frustración.  

Este es el ambiente perfecto para que el Reino de los Cielos sea establecido en el hogar, para que nuestra familia sea  morada de Dios Vivo  y permitir que el Espíritu Santo, fluya con su Fuerza y su Poder.

En la Iglesia doméstica, (la familia) cada miembro de la familia, como individuo, no es reducido a un simple número sino que conserva su individualidad y personalidad propia y en cada uno el Espíritu Santo actúa de manera especial.

Cada uno es, como dice San Pablo, “templo de Dios y el Espíritu de Dios habita en él”.

El templo de Dios es sagrado y ese templo sois vosotros”.  

La abundancia de bienes celestiales que resultan de la presencia del Espíritu Santo dentro de un núcleo familiar se manifiesta de muchas maneras, sobre todo dando unidad y coherencia al grupo familiar, pero al mismo tiempo permite que cada quien crezca en gracia y en sabiduría. Su generosidad es  inagotable.

 En todos, el Espíritu Santo estimula la búsqueda del sentido de la vida, la persecución obstinada de lo bello y del bien por encima del mal; se le reconoce  a través de la esperanza de la vida que brota más fuerte que la muerte, y a través de esa agua que mana que murmura ya en nosotros: “Camina hacia tu santidad”. 

 

REFLEXION: Por unos minutos cierren los ojos y sueñen con una familia nueva, en donde se vive en un ambiente de Espíritu Santo: Amor, paz, diálogo, apoyo, solidaridad, tolerancia, comprensión, bondad, etc.

Cambiemos las tinajas de agua que producen tristeza, por el vino de la alegría! “San Juan; capítulo 2”

 

LOS SIETE DONES OBRANDO EN LA FAMILIA

Los siete dones que provee el Espíritu Paráclito, cuando se piden con intensidad y con intención de obtenerlos realmente, ayudan a la familia a llevar a cabo de mejor manera su función, encaminada a lograr su misión. El padre y la madre, con los dones de la Sabiduría, del Entendimiento y de la Ciencia, no como conocimiento de las cosas creadas, sino como una iluminación del Espíritu en lo tocante a las virtudes y gracias divinas, son una luz sobrenatural con la cual su alma conoce los secretos espirituales.  

El don de Consejo, indispensable en la relación padres e hijos. El Espíritu Santo lo otorga, primero aconsejando a los padres con santas inspiraciones, favores y llamamientos y a partir de esta infusión, ellos mismos instruyen a quienes dependen de ellos. Los santifica para que santifiquen después a sus hijos, con el divino germen que hace producir frutos espirituales de sólidas virtudes.  El alma que no está aconsejada por el Espíritu Santo, no puede aconsejar recta y santamente.  

El don de la fortaleza, presta auxilio al alma que lucha, que se sacrifica, que perdona. Qué mejor ejemplo de esta actitud que los propios padres, en cuanto a sus hijos se refiere. El don de la Fortaleza viene a dar la mano al amor activo y a recorrer en su compañía el camino de la vida espiritual. Con la sonrisa en los labios y la dicha en el alma, los padres ven coronar el éxito de sus logros y la constancia en su lucha de todos los días, sobre todo en la preocupación por mantener la unidad, la armonía y la santidad en su propia familia.  

En cuanto al don de la Piedad, ¿Cuáles hijos no motivan en sus padres los dos amores que conlleva consigo este don? El amor de Dios y el del prójimo; por ambos amores el padre y la madre se sacrifican. No son sólo las prácticas exteriores, sino se funda en el sacrificio y en la Cruz de Cristo. El alma verdaderamente piadosa se oculta en la oscuridad de las virtudes para no resaltar a propósito. El alma piadosa ama con amor activo y obtiene para sus dos amores frutos de santidad.  


¿TEMOR A DIOS O TEMOR DE DIOS?

El don de temor de Dios, los padres lo piden al Espíritu Santo para sus hijos, no como un miedo a la Justicia Divina (esto sería temor a Dios), sino como temor a la ofensa que puedan hacerle a El (esto es temor de Dios). Es temer el pecado en cuanto que ofende a Dios y aleja al ser humano de la gracia de Dios y de recibirle en la Santa Eucaristía.  


CONCLUSIÓN:

Si la vida íntima de todas las familias se impregna de los dones y de los frutos del Espíritu Santo, Este llenará sus corazones y encenderá la llama de su amor. Todo esto será posible cuando los padres oren, lean la Palabra y la pongan en práctica, cuando doblen rodilla delante del Señor para rogar “Espíritu Santo” para su familia. Si los padres junto con los hijos invocan en todo tiempo de alegría o de dolor, de felicidad o de adversidad, al Paráclito del Señor, Él enviará su Espíritu Santificador y se renovará la familia y por ende la sociedad entera.

 

TALLER: en pequeños grupos compartir

-       ¿Vive la paz de Cristo en tu familia?

-       ¿Cuál ha sido el mayor obstáculo para lograr  la unidad y la paz en tu familia?

-       Construye, desde lo más profundo de tu corazón, una oración de Acción de Gracias, por el momento difícil que está atravesando tu familia, en el día de hoy, que sea un momento para adorar al Padre de rodillas, y pedir efusión de su Divino Espíritu para toda tu familia.

 

 

Bibliografía: CHURCHFORUM.ORG

                     Documento Aparecida

             Catecismo de la Iglesia Católica