COMUNIDAD HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO

MINISTERIO DE FORMACIÓN - GUÍA DE PREDICACIÓN

 AGOSTO 22 DE 2012

 

 UNA PRUDENCIA QUE VA MÁS ALLÁ DE LO COTIDIANO

  

Mt 7, 24-27; Mt 25, 1-13

 

Objetivo:  

Aprender de Jesús la prudencia o sensatez que nos llevará a su trono de gloria

Introducción: 

El hombre o la mujer sensatos o  prudentes son los que escuchan la Palabra de Dios y la ponen en práctica. Estos son también los bienaventurados.

Desarrollo:  

¿Qué es la prudencia o sensatez?  En el diccionario encontramos que es lo mismo que buen juicio, sentido común, cordura, mesura, cautela.

 Encontramos también que prudencia es una virtud que consiste en discernir lo que está bien de lo que está mal y actuar en consecuencia.

¿Quién es una persona prudente? Podríamos decir que, es la que va por el mundo con pies de plomo, como con precaución, mesurada en su forma de vida y madura en sus actos y decisiones, y desde la perspectiva del mundo eso estaría bien y quizá sería suficiente.

En esta línea, Podríamos hablar por ejemplo, de los vecinos sensatos o prudentes que se respetan y que saben vivir en comunidad, o de los hermanos sensatos que se reparten una herencia equitativamente, incluso de alguien que bebió unos tragos y decide con mucha prudencia, no manejar hasta su casa y pide un taxi, también podemos mencionar una persona que vive sola y por eso compra un servicio de atención médica de urgencias a domicilio. En fin, la sensatez o prudencia es un valor que nos ayuda a vivir en paz y a tomar buenas decisiones.

Sin embargo, Jesús nos dice que la persona prudente es aquella que escucha su Palabra y la pone en práctica.

Vamos a ver, parece que el Señor nos está hablando de algo mucho más profundo que los ejemplos que acabamos de ver.

Podríamos mencionar por ejemplo una pareja que se casa y decide hacer de Jesús el tercer tripulante de esa nave, de ese matrimonio; por eso oran y leen la Palabra de Dios en su hogar y se alimentan con la Eucaristía. Es una pareja que como cualquiera, tiene problemas, desacuerdos, desilusiones, errores y fracasos. Pero esa prudencia que los llevó a tener a Jesús entre ellos, a escucharlo en Su Palabra y a alimentarse con su cuerpo y su sangre, hace que ese matrimonio no se divida y no se divide  porque ellos construyeron “su casa” sobre la Roca que es Él  mismo.

Podríamos hablar también por ejemplo de una comunidad que ora unida, lee la Palabra de Dios, alaba y adora unida. Como en todas las comunidades, vienen los vientos fuertes, huracanados, de la calumnia, de la ingratitud, de la rebeldía, pero gracias a la prudencia de escuchar la Palabra de Dios y ponerla por obra, perdona, acoge y hace caso omiso de palabras necias, de la envidia y no permite que los dardos incendiarios del enemigo den en el blanco de la unidad; así esta comunidad tampoco se derrumbará porque está construida sobre la Roca.

La obra del demonio es la división, la obra del Espíritu Santo entre otras, es la unidad.  Construir sobre la Roca es ir más allá de las expectativas del mundo sobre tus proyectos, construir sobre la Roca es configurar nuestra voluntad con la voluntad de Dios, construir sobre la Roca es caminar en Cristo con una meta única y clara: El Padre.

Jesús nos muestra como ejemplo de prudencia, a quien está edificando sobre roca, y por tanto su edificio está garantizado. Es aquél que no sólo oye la Palabra sino que la pone por obra. Está en capacidad de sostenerse a pesar de los embates de las persecuciones y de los reveces del diario vivir, porque ha edificado su vida con bases firmes, que son las exigencias del Reino sintetizadas en las bienaventuranzas. El necio es quien edifica sobre arena, y por tanto se expone a un derrumbamiento lastimoso, es aquella  persona que pone su esperanza, su seguridad en los bienes materiales, es el que se contenta con oír el mensaje de Jesús, pero no lo practica;  su vida está perdida desde el momento en que no se compromete con la Palabra de Dios.  “...todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre sensato... Y todo el que oiga estas palabras mías y no las ponga en práctica, será como el hombre necio... La lluvia, los ríos, los vientos, las tormentas son imágenes para significar las dificultades de todo género, llámese enfermedad, desilusión, heridas, desempleo, etc., que se le presentarán al discípulo creyente y que deberá vencer, para mantener firme el edificio espiritual de su vida cristiana.

Seremos buenos arquitectos si en la programación de nuestra vida volvemos continuamente nuestra mirada hacia Dios y hacia su Palabra, y nos preguntamos cuál es su proyecto de vida para cada uno de nosotros, cuál es su voluntad, y obramos en consecuencia.

Lo contrario es ser como una "casa edificada sobre la arena", que puede parecer hermosa y bien construida, pero con el menor ventarrón se derrumba.

Esta palabra debería hacer reflexionar a quienes aseguran: “soy católico... pero no soy practicante...” Hay muchas maneras de "practicar", se puede practicar la caridad, la justicia, la oración, la bondad, el perdón, el servicio. Simplemente es cuestión de prioridades, ¿qué prioridad le das a Cristo en tu vida?

En la parábola de las 10 vírgenes, la prudencia es hacer las cosas de tal forma que en la hora de la verdad de nuestra vida podamos presentarnos como verdaderos siervos del Señor. La llegada del novio representa el momento del encuentro definitivo del creyente con el Padre. Solamente entraron con El al banquete de bodas, las que estaban preparadas, es decir, las prudentes. Aquellas que no pusieron en práctica la enseñanza de Jesús, o lo que es igual, la rechazaron, no pudieron compartir con el novio la alegría y regocijo del banquete nupcial. Jesús solamente reconocerá a los que durante toda su vida lo hayan reconocido a El por medio de sus obras. Lo decisivo es:

-          La escucha de la Palabra

-          La puesta en práctica

-          El estar preparados o dispuestos.

El verdadero fundamento para construir nuestra vida es el mismo Dios. Quien se apoya en El, ese es el prudente, el que permanece. No habrá nada ni nadie que lo haga sucumbir. Pero apoyarse en Dios implica hacer su voluntad con seriedad y sinceridad, sin quedarse en las meras apariencias. No basta, pues, aceptar a Jesús como Maestro, sino que hemos de llevar a la práctica sus enseñanzas; es decir, mostrar una existencia coherente. Con esto Jesús nos pone alerta contra un cristianismo de puras fórmulas o de simple aceptación de verdades y dogmas, de culto no comprometido, sólo exterior. Él quiere que esas verdades las transformemos en vida, así como Él dio su vida por hacer la voluntad del Padre.

Conclusiones: 

Ser sensato es vivir la vida con sentido trascendente, con un fin claro: El Padre, en resumen  estar preparado para la llegada del esposo.

Para que no nos suceda que al tocar a la puerta el esposo nos diga,  “no los conozco, se lo aseguro, no los conozco”, Escuchemos a Jesús cuando nos dice “amaos los unos a los otros, como yo los he amado, amen a sus enemigos y oren por los que los persiguen” veamos que con nuestro presente construimos nuestra eternidad. El Reino de Dios se gana con la sabiduría y se pierde con la necedad.

 

Bibliografía:

A la Escucha del Maestro, Padre Fidel Oñoro

www.iglesia.org