COMUNIDAD HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO

MINISTERIO DE MAESTROS - GUÍA DE FRATERNIDAD

Octubre 10 – 2012

 

¿A caso tengo yo una misión?

 

Objetivo: concientizar a los participantes de que todos hemos sido enviaos por el Señor a la misión y esa misión siempre será relativa al designio divino de salvación y la función del profeta está estrechamente ligada con la Palabra de Dios.

Introducción: La misión de Jesús se prolonga con la de sus enviados; son los obreros envidos a la mies por el maestro y los servidores enviados por el rey para conducir a los invitados a las bodas de su Hijo.

Todos los católicos, todos si excepción, por el bautismo, somos sacerdotes, profetas y reyes, pero la mayoría de nosotros hacemos caso omiso de esta realidad.

El Señor nos envía  (Mt 28,18)  y nos dice: “el que a vosotros oye, a mí me oye y el que a vosotros rechaza, a mí me rechaza y el que me rechaza a mí, rechaza al que me envió.” Vemos acá cómo la misión del discípulo se enlaza de forma muy estrecha con la de Jesús y debe tener muy claro que no es el enviado más que el que le envía, de tal manera que si a Él lo rechazaron, podemos vernos rechazados, si a Él lo persiguieron, podemos vernos perseguidos, aún así, nuestra misión es anunciarlo y llevar por todas partes su testimonio con  nuestra propia vida.

Entonces, la misión del Hijo alcanzará efectivamente a todos los hombres, gracias a la misión de sus enviados y de su iglesia.

El siervo vino en la persona de Jesús y sus enviados llevamos a todas las naciones el mensaje de salvación.  Mt 28, 18. 

Realmente, todos tenemos un llamado claro y conciso y todos somos responsables del éxito de la misión del Hijo. Ese éxito será que el evangelio alcance a todos los hombres.

Cuántas cosas realmente malas pasan a nuestro alrededor, cuántos asesinatos, robos, cuánta corrupción, cuánto libertinaje, adulterio… y la mayoría de las veces nos limitamos a juzgar a los protagonistas de estos acontecimientos y pensamos, “menos mal que yo no soy así”, yo no robo, yo no mato, no soy corrupto(a), pero ¿será esto suficiente?. No, definitivamente, no. No es suficiente con no pecar, hay que ir más allá y esto lo vemos claro en esto: en lo que el antiguo testamento se nos enuncia simplemente como “no hagas a nadie lo que no quieres que te hagan” (Tb 4,15,) Jesús lo transforma, lo pone en positivo, sacándonos de nuestra inercia de pasividad y nos dice: “todo cuanto  queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos. (Mt 7,12).

Nos está diciendo: no es suficiente con no hacer, hay que ir al otro y tratarlo como quiero que me trate a mí.

De  la misma manera cada vez que vemos el mal a nuestro alrededor, pensemos que quizá esas personas no han tenido quien les hable de Jesús, de la nueva Vida, de su paz que no es como la que da el mundo. Pensemos que definitivamente la mies es mucha y nosotros somos esos obreros en los que el Señor tiene puesta su confianza para que muchos lo conozcan.

Vamos con infinita confianza porque Él no nos envía solos, nos da su Espíritu Santo que es el que nos hace testigos. Se nos da para que cumplamos nuestra misión de enviados anunciando la Palabra por todas partes.

 

Taller

En pequeños grupos compartir:

  1. ¿Eres realmente consciente de que el mandato misionero  es también para ti?
  2. ¿Sabes por qué es importante que cada católico sea misionero?
  3. Leer Jn 13,16. – Mt 10,24 ¿Qué te sugiere a ti esta lectura? ¿Estas dispuesto(a) a asumir sus consecuencias?
  4. ¿Cómo te hace sentir el hecho de que gracias a la misión de sus enviados y de su iglesia, lamisión del Hijo alcanzará a todos los hombres?
  5. Hay miles y miles de millones de personas que aún no conocen a Jesús y su Buena Noticia. ¿Sientes, de alguna manera, alguna responsabilidad por esto? ¿Puntualmente, qué crees que puedes hacer tú para que esta cifra baje? ¿Estás dispuesto(a) a hacerlo?, ¿Cómo lo harás?
  6. No podemos pensar en responder al llamado a la misión sin estar revestidos de la Promesa del Señor ¿Cómo crees que puedes ser llenado(a) del Espíritu Santo?
  7. ¿Tratas verdaderamente de llevar una vida en el Espíritu?
Hacer en el grupo una oración fuerte, pidiendo al Espíritu de Dios sed de convertirnos en misioneros incansables del Señor.