Comunidad Hombres y Mujeres de Futuro
Guía de Predicación

Marzo 25 - 2015

El que quiera ser el primero, sea el servidor de todos

Texto base Jn 13,4 - 15

Objetivo

Llevar a las personas a tomar conciencia de lo importante que es ejercer el servicio en la comunidad o en la familia con amor y alegría, como lo pide Jesús para llegar con entusiasmo a la persona que lo necesita.

Introducción

El bautismo en Jesucristo nos lleva a vivir en comunidad y a practicar el servicio comunitario en ella, es sirviendo al hermano donde realmente se vive el amor de Dios, la mayor realización está en el encuentro y en el compartir con el otro. El Papa Francisco en su exhortación Apostólica Evangelii Gauddium No. 9 nos dice: “Quien quiera vivir con dignidad y plenitud no tiene otro camino más que reconocer al otro y buscar su bien”. En todo momento de nuestra vida tenemos que reconocer en el otro, la presencia de Dios y tenemos que procurar hacerle el bien.

Benedicto XVI nos dice en la encíclica Dios es amor No. 1: “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. Esta persona es Jesucristo y esta decisión es el servicio al otro, que nos lleva a ser cada día mejor  y a querer alcanzar la santidad, transparentando a Dios en todo lo que hacemos.

Desarrollo

En el Antiguo Testamento las tribus de los Israelitas vivían en  relaciones fraternas siguiendo la ley de Dios como lo muestra el Levítico donde se dice “sed Santos, porque yo, Yahvé vuestro Dios,  soy Santo”. (Lev 19, 2), y enseguida muestra toda la ley que deben cumplir los Israelitas que favorece las relaciones entre los hermanos de las tribus (Lev 19, 11-18). La relación con Dios viene a concretarse en la forma de relacionarse con los demás, a medida que se conoce y se ama a Dios las relaciones con los demás van fluyendo de una manera maravillosa porque se va entendiendo que no hay personas superiores, ni inferiores, que todos somos iguales y que en el otro está Dios y que al que se sirve es a ese Dios, que habita en el otro, ya sea nuestro hermano de comunidad o en mi hijo, mi hermano, mi madre, mi padre etc.

Un buen servidor a los ojos de Yahvé en el Antiguo Testamento fue David, un enamorado de Dios y apasionado por hacer lo que le agradaba a ese Dios grande, justo, todopoderoso y misericordioso. Los servidores cristianos encontramos en David el ejemplo a seguir, para cumplir lo que es agradable a los ojos de Dios.

Se debe tener en cuenta que el Señor es el que nos llama para el servicio y es El quien nos da los dones, nosotros debemos descubrir esos dones y saber cuál es el servicio que debemos prestar según nuestras aptitudes. No podemos pretender prestar un servicio si nuestras aptitudes no tienen el perfil que se necesita para desarrollarlo. Es muy importante que después de identificar cual es el servicio que se va a prestar se revise si se tienen las cualidades, las aptitudes, las actitudes y las condiciones para prestarlo, si no se tiene la preparación se debe buscar donde recibirla para realizar un servicio idóneo. También se debe tener en cuenta el concepto que los pastores de la comunidad tengan de la persona sobre sus cualidades y la orientación que estos le den para prestar  el servicio adecuado.

En la familia o en la comunidad todo acto de servicio es un acto de amor.

Cuando una persona  decide prestar un servicio se enfrenta a muchos problemas y debe luchar contra todo lo que impida que se haga el servicio, todos sabemos que el rey de este mundo está pendiente a poner todos los obstáculos para que la gente no conozca a Jesucristo. Cuando se hace el bien la persona es atacada para impedir que lo haga. Jesús es el servidor de todos, se despoja de todo por amor y por hacer el bien terminó asumiendo con valentía la cruz y murió rechazado por todos los que lo seguían. (Cf. Flp 2,6-11). (Cf. Flp 2,6-11)

Un servidor de Dios debe trasmitir paz, alegría y esperanza, ésta debe estar basada en una gran autoestima al sentirse hijo de Dios, al saber que es amado y así ser capaz de amar, ser una persona que asume su vida y la vive plenamente, enfrentando los problemas con la seguridad que Dios está con él en todo momento, ser una persona que transmite el encuentro personal con Jesucristo, al tener un corazón rebosante de felicidad y alegría.

Toda persona que preste un servicio en la comunidad o en su familia debe mostrar las cosas buenas que Dios tiene para nosotros: Su misericordia, su perdón, su amor, su alegría, su generosidad, sabiendo que Él no quiere que el pecador se condene si no que se convierta y se salve, por eso nos entregó hasta su propio hijo, despojándose de todo por nuestra salvación.

En el Nuevo Testamento encontramos a Jesús que despojándose de la dignidad de hijo de Dios, no viene a ser servido sino a servir y para dar su vida en rescate por muchos (Cf. Mt 20,28). Jesús entiende su misión en la obediencia al Padre, está comprometido con su servicio, llega a volverse esclavo al lavar los pies a sus discípulos para darnos ejemplo de lo que debemos hacer con nuestros hermanos.

Una persona que se sienta llamada a servir, ya no vive para ella sino para los hermanos, el servicio cristiano no puede entenderse como manifestación de poder, sino un darse a los demás y lo más importante, sin esperar nada a cambio.

Pablo de Tarso también es un ejemplo de servicio, se considera a sí mismo como un servidor de Cristo, sabe que su misión es llevar el evangelio a los gentiles y lo hace con una entrega total, dándose a la tarea de fundar comunidades porque entiende que la experiencia de Jesucristo se vive en comunidad, Pablo sostiene las comunidades que funda por medio de sus cartas en las que les da enseñanza tanto doctrinal como pastoral.

Por último pasemos a hablar un poco de María servidora de Dios y de los hermanos, ella es una servidora que sale de sí misma para ir al encuentro de su prima y lo hace con prontitud, con alegría, con su saludo hace que el niño salte en el seno de Isabel (Cf. Lc 1,39-45).  María propicia un Pentecostés en la vida de Isabel; así nosotros como servidores de Jesús debemos estar prontos a servir con alegría y a llevar el Espíritu Santo para que las persona lo conozcan, que se nos note que somos diferentes, que cuando llegamos a algún lugar se sienta que en nuestra vida hay paz, alegría, entusiasmo, que estamos llenos del Espíritu Santo.

Conclusión

Taller

·         ¿Es tu relación con los hermanos de la comunidad una relación de servicio?

·         ¿Se puede servir a Dios, sin servir a los hermanos?

 

Bibliografía

Biblia de Jerusalén. Conferencia Episcopal Española. Desclée De Brouwer, Bilbao 1998