Comunidad Hombres y Mujeres de Futuro

Guía de Predicación

Ser Sal y Luz para el Mundo

Agosto 5 / 2015

Mt 5, 13-16

 

Objetivo

Analizar y comprender el texto Mt 5,13-16, para que el servidor lo encarne en todas las circunstancias de su vida, de forma integral, dando testimonio, siendo sal y luz por medio de sus buenas obras.

Introducción

Jesús no dejó nada por escrito y los discípulos no sabían escribir, pero sus palabras los tocaron de tal manera que formaron una experiencia con cada testimonio, que se volvió un anuncio poderoso que salva y trasforma la vida de los que están dispuestos  a ello. Por esta razón los evangelistas trataron de plasmar y describir la forma en que Jesús predicaba y cómo debíamos aplicarlo a nuestra vida.

En este sentido, el estudio del evangelio toma una especial fuerza en razón de que con su análisis y práctica podemos comprender de mejor forma las enseñanzas de Jesús. Un ejemplo de esto es el estudio del evangelio de Mateo 5,13-16, el cual en esta oportunidad  nos permite comprender una de las bienaventuranzas que Jesús nos dejó.

En las bienaventuranzas se describe los cambios que deben suceder en la persona que ha escogido a Jesucristo como su Salvador, a los cuales los llama bienaventurados.  Jesús nos enseña que el cambio debe verse reflejado en todas las actitudes y actividades de la vida y percibido por las personas que rodean y conviven con los bienaventurados.

Jesús nos muestra un camino para que todos lo sigamos.

 

Desarrollo

Las bienaventuranzas describen lo que sucede al interior de la vida del discípulo que ha acogido el Reino de los cielos proclamado por Jesús. Éstas son el camino hacia el proyecto de Dios, que siempre ha sido proyecto de vida y felicidad, ésta felicidad, está en la promesa que Jesús hace a las personas que con apertura y sencillez dejan su autosuficiencia, su orgullo y empiezan a depender solo de Dios. Se vuelven humildes de corazón y creen en la promesa de Jesús que son el Reino de los cielos, ser hijos de Dios y poseer la tierra. Pero lo que sucede al interior de la persona debe verse reflejado luego en signos externos.

Jesús nos dice:

13. Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿Con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.

Cuando se aplica sal a la  carne o a los alimentos ésta  ayuda a conservar, a dar sabor e inmediatamente desaparece, así debe ser el humilde. Quien ha transformado su vida por medio del Evangelio y la ha llenado de misericordia y perdón, se impregna del amor de Dios, da sabor, da vida con sus palabra, con su servicio y desaparece. No necesita ni pide reconocimientos humanos, ni aplausos por lo que hace; solamente sirve de todo corazón y desaparece silenciosamente. El Padre que lo ve en lo secreto, lo recompensará, lo invadirá con su presencia y su rostro empezará a brillar.

La identidad del bienaventurado: a) Ser “Sal de la tierra” Mt 5, 13. 

Cuando Jesús nos dice ser sal de la tierra nos remite a la agricultura del antiguo oriente, en el cual se le agregaba sal al abono para darle mas vigor y hacerlo más fecundo, por lo tanto el cristiano esta llamado a dar vida, a fecundar la tierra con su ejemplo y con las enseñanzas de Jesús.

La sal también era utilizada en el Antiguo Testamento  como símbolo de la Sabiduría  y de la Ley, por tanto la misión de los pobres en el Espíritu es fertilizar el mundo con la práctica de las enseñanzas de Jesús.

La imagen de la sal que “se desvirtúa” Es símbolo de lo inútil, en la Palestina antigua es como la basura que se echa en la calle para tapar los huecos, la gente pasa y la pisotea. Los Cristianos no podemos permanecer inactivos, dejando perder todo el potencial que  tenemos; porque si no seriamos como la basura que es desechada y no serviríamos para nada.

14…Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte.

La identidad del bienaventurado: b) Ser “luz del mundo

“Ustedes son la luz del mundo”.La luz fue hecha para iluminar por eso no admite ser escondida.

“No puede ocultarse una ciudad en la cima de un monte”La comunidad cristiana es así como una ciudad en lo alto del monte, es un punto de referencia, de inspiración, de orientación, todas las personas pueden verla. En el pasado una población construida en lo alto de una montaña se podía divisar desde amplias extensiones de terreno por eso servía de guía de toda la región para armar los mapas y orientarse.

Entonces la misión de los discípulos de Jesús, como miembros de la comunidad cristiana deben ser punto de referencia para los demás, ser reflejo de los valores del Reino de Dios,  encarnados en sus acciones.  El discípulo antoja, atrae, fascina a los otros hacia una vida nueva, con su testimonio.

15. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa.

Las casas palestinas eran básicamente de una sola y pequeña pieza, una luz puesta en el lugar correcto permitía  apreciar los espacios, evitar tropiezos, pero sobre todo reconocer el rostro del otro.

Por eso el llamado de Jesús a que seamos luz, para poner en evidencia lo oculto, lo injusto, lo incorrecto, y así personificar los valores de la comunidad cristiana, que con su valentía y humildad debe transformar el mundo. 

16 Brille así́ vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.

Las imágenes de la sal y la luz se traducen en su equivalente concreto: Sus buenas obras.  La comunidad no se proyecta en el mundo por vanidad, sino porque esa es su misión; la finalidad última es la gloria del Padre. Por eso la nueva fuerza apostólica: invita al mundo, a convertirse en alabanzas al Padre.

Al fin y al cabo, lo que se verá en todas las formas de actuación de los discípulos de Jesús no es su protagonismo personal sino el de Dios. Se descubrirá que detrás de todo, está Dios mismo en acción,  amando como Padre que es. De esta manera, el rostro del Padre que está en los cielos, y por tanto invisible para los que estamos en la tierra, se descubre en el rostro de los hijos que honran el apellido que llevan y realizan sus designios.

Conclusión

La virtud del cristiano está en cumplir su misión, ser sal y luz, que se traduce en practicar la palabra de Dios, sin hacerse notar, ni por exceso, ni por defecto. Ante las presiones del ambiente se integra con las personas sin perder su  identidad sin claudicar de sus valores. En cualquier lugar conserva su manera de ser, aprendida del Padre y hace de sus palabras, actitudes y gestos algo significativo para los demás y esto lleva a trasformar la vida de los que escuchan.

La luz del discípulo de Jesús son sus buenas obras, no se queda corto en sus palabras, sus acciones, reacciones y actitudes, siempre sirviendo y ayudando a los demás.

 

Taller

 

Bibliografía