Comunidad Hombres y Mujeres de Futuro

Guía de Predicación

Agosto 19 / 2015

La Valentía Apostólica
Hch 1 y 2

Objetivo

Dar a conocer la valentía que tuvieron los apóstoles y otros personajes bíblicos, que dieron su vida por llevar a cabo el propósito de Dios y la Salvación de su Hijo Jesucristo con el fin de llegar a hacer lo correcto en el proyecto y la misión que el Buen Dios le ha encomendado al servidor.

INTRODUCCIÓN

Los miedos muchas veces nos impiden superar nuestra corta visión y mantenernos en el terreno de juego, huimos y no afrontamos los retos, escapamos  por miedo a lo que viene en  el futuro y simplemente no hacemos nada. Pero otras veces, sorprendentemente, asumimos otras cosas que nos parecían imposibles, con valentía inexplicable. 

Cómo fue la valentía apostólica, cómo la obtuvieron los apóstoles y cómo la aplicaron, son algunos de los propósitos al abordar este tema, haciéndolo a través del testimonio de los primeros apóstoles  y personajes bíblicos que valientemente se enfrentaron a dificultades y peligros para lograr el objetivo.

DESARROLLO

¿Qué es la valentía?

Algunos consideran la valentía como una virtud que hace que personas ordinarias obtengan resultados extraordinarios convirtiéndolas, de corrientes a personas heroicas e intrépidas. Vemos a lo largo de la historia a muchas personas, inicialmente débiles e insignificantes que luego realizan actos valientes y heroicos, desde los cuentos infantiles, hasta las grandes historias de guerra y muchas más, en cada una de ellas, alguien destaca por su valor y arrojo.

En la Biblia encontramos a muchos de ellos, pero es nuestro deseo tomar a los apóstoles que se aventuraron a seguir a Jesús, incluso hasta la muerte,  como modelo de valentía,  pues ellos estuvieron dispuestos a morir por su fe y por el mensaje de salvación que predicaban y son un modelo, hoy en día para quienes hemos emprendido este camino apostólico y misionero.

De aquí el nombre de esta enseñanza, “Valentía Apostólica”. Veamos, entonces como estos hombres llegaron a ser valientes y emprendieron esta misión que llevaron a cabo sin desfallecer.

Para hablar de la valentía de la cual hicieron gala los apóstoles, es importante que definamos el concepto valentía, para darnos una idea de lo que esto representó para estos apóstoles en su época y porque tuvieron que ser valientes.

La palabra proviene del latín Valentía, definida como el aliento o vigor en la ejecución de una acción. Recogiendo algunas otras definiciones de diversos diccionarios, podemos resumir la valentía como “la disposición a actuar voluntariamente en una situación que conlleva algún tipo de riesgo o peligro, para conseguir o preservar algo que consideramos valioso para nosotros o para los demás, siendo conscientes de que es posible que no consigamos eso que deseamos”.

Tenemos, entonces que la valentía involucra la consciencia de la disposición para enfrentar peligros, o para enfrentar actos o acciones que representan riesgos. Cuando estas condiciones se dan en medio de una sensación o estado de peligro y se actúa, es allí donde se da la valentía, de otra forma no se le considera como tal.

La valentía tiene que ver con hacer lo correcto, lo honesto, siendo conscientes del riesgo pero asumiéndolo con inteligencia y con prudencia, no para demostrar algo siendo temerarios, porque cambia totalmente el sentido de lo que es la valentía.

Santo Tomás de Aquino decía que el mayor acto de valor, era la capacidad para soportar el sufrimiento durante un largo periodo de tiempo y seguir adelante a pesar de todo. La Biblia menciona varios personajes que mostraron una gran valentía, inspirados por Dios soportaron todo, valientes que sacaron coraje para llevar a cabo la misión que Él les encomendaba. Hoy en día estos personajes son inspiración para nosotros, la forma como se sobrepusieron a las crisis y a los peligros que se les presentaba por causa de Dios y de cumplir con lo confiado.

La fuerza de la valentía en la historia de salvación

Desde el Antiguo Testamento Dios ya nos habla de ser valientes, por ejemplo en Deuteronomio 31, 6  “¡Sean fuertes y valientes! No tengan miedo ni tiemblen ante ellas. Porque el Señor, tu Dios, te acompaña, y él no te abandonará ni te dejará desamparado"

A Josué también le dice: “Basta que seas fuerte y valiente para obrar en todo según la Ley que te dio Moisés, mi servidor….  ¿Acaso no soy yo el que te ordeno que seas fuerte y valiente? No temas ni te acobardes, porque el Señor, tu Dios, estará contigo dondequiera que vayas". (Josué 1,7-9)

En  1Crónicas 28, 20 David dijo a su hijo Salomón: "¡Sé fuerte y valeroso, y manos a la obra! No temas ni te acobardes, porque el Señor Dios, mi Dios, estará contigo: él no te dejará ni te abandonará hasta que hayas terminado toda la obra necesaria para el servicio de la Casa del Señor”

¡Qué palabras tan consoladoras para todos aquellos que le servimos! Todos tenemos momentos difíciles donde necesitamos sacar valentía y arrojo para seguir adelante y además, también debemos hacerlo con buen ánimo y esperanza, como lo sugiere el salmo 31, 25: “Sean fuertes y valerosos,  todos los que esperan en el Señor”.

Si nos detuviéramos en cada uno de los libros de la Palabra de Dios encontraríamos que siempre hubo alguien valiente, que hablaba animado y fortalecido inspirado por Dios, por ejemplo Isaías 41, 10-13 “No temas, porque yo estoy contigo,  no te inquietes, porque yo soy tu Dios;  yo te fortalezco y te ayudo,  yo te sostengo con mi mano victoriosa”. En el Nuevo Testamento también encontramos muchos pasajes bíblicos que nos indican ser valientes, especialmente en Hechos de los apóstoles.

Si hiciéramos un recorrido por las cartas de Pablo, siempre encontraríamos a este personaje la mayoría de veces en tribulación, pero animando a otros a no desistir y el mismo,  llevando el Evangelio con alegría, valientemente, enfrentando los temores y los peligros que lo acechaban constantemente, pero el perseveraba. “Por eso, queridos hermanos, permanezcan firmes e inconmovibles, progresando constantemente en la obra del Señor, con la certidumbre de que los esfuerzos que realizan por él no serán vanos” 1ª.Corintios 15, 58 hablando de la armadura del cristiano en efesios 6,10  demanda:“Por lo demás, fortalézcanse en el Señor con la fuerza de su poder”.

Que podríamos decir entonces de las sentencias de Jesús en este aspecto. Valientes y sin miedo. “Les dejo la paz,  les doy mi paz,  pero no como la da el mundo.  ¡No se inquieten ni teman!” Juan 14, 27.

Por lo demás, tendríamos que reconocer la valentía de los apóstoles, eje central de este tema, especialmente después de que Jesús murió en la cruz. 

Recordemos que en el contexto judío y de acuerdo a su literatura  el apóstol  es considerado un delegado, un embajador, es un representante de quien le envía.  En boca de Jesús Juan pone el siguiente texto “Les aseguro que el servidor no es más grande que su señor, ni el enviado más grande que el que lo envía” (Juan 13, 16) Por ende el apostolado es una función que Jesús quiso dejar o heredar a algunos de sus seguidores y los envía en su nombre a la misión, a que anuncien el Reino de Dios, a que hablen en su nombre. Él les da la autoridad (Mt, 10-40), está  con ellos, comparte con ellos (Mt 16, 18; 18,18)  y ellos atestiguan de su poder y de su resurrección.

Esta designación, rebasó este pequeño grupo de 12 y así fueron nombrados, según Lucas,  otros más: “Después de esto, el Señor designó a otros setenta y dos, y los envió de dos en dos para que lo precedieran en todas las ciudades y sitios a donde él debía ir”.

En el libro de los Hechos después del Pentecostés, cuando El Espíritu Santo vino sobre los discípulos que estaban en el aposento alto y se da el nacimiento de la iglesia, comenzamos a ver el cambio en estas personas que estaban temerosas, transformadas en personas  valientes por medio del Espíritu de Dios para predicar. 

Vemos entonces que el ministerio de los apóstoles comienza siendo llenos del Espíritu (Hechos 2,4) e igualmente la Iglesia (Hechos 2:4, 38).

Jesús les dijo a los discípulos que no se preocuparan sobre qué dirían cuando aparecieran frente a las autoridades, porque el Espíritu les enseñaría (Lucas 10:11-12) lo que vemos cumplido en Hechos (4,8, 5, 29-32; 6.10)

Los Apóstoles fueron predicando la Buena Nueva y a su vez fueron formando comunidad a la que los judíos llamaron "secta de los nazarenos". Aquí es importante comprender un poco de la mentalidad de aquellos tiempos, por ejemplo la mayoría de los primeros cristianos era de Palestina, su idioma era el arameo, con mentalidad judía, leían el Antiguo Testamento en hebreo, con tradiciones judías, sumergidos en la Ley de Moisés, se practicaba la circuncisión, iban al culto a la Sinagoga y al Templo.

Por otro lado había otro grupo de cristianos provenientes de la diáspora, es decir, comunidades extendidas por el extranjero, que hablaban griego, su mentalidad era helenista, leían el Antiguo Testamento en griego y no estaban tan apegados a la Ley mosaica.

Al comienzo cuando se unían, no hubo inconvenientes, pero pronto comienzan las diferencias entre los que venían de fuera (la diáspora), que se quejaban de los judeocristianos, porque no atendían bien a sus viudas. Si bien nos recuerda Hechos 6, 1-6, los apóstoles nombran siete Diáconos para que atiendan estas necesidades, pero que además ayuden en su predicación a los Apóstoles (Hechos 6, 1-6). Sin embargo, no fue solución total pues seguían dándose fuertes tensiones en la convivencia de estos primeros cristianos y a su vez comienzan las primeras persecuciones.

Los judíos aceptaban de buena gana a los judeocristianos, sin embargo no veían de la misma forma a los helenistas, pues estos ya tenían otra forma de pensar por ejemplo frente a la circuncisión la cual no consideraban obligatoria, ni otras prácticas que decían haber sido abolidas por el mismo Jesucristo y en medio de las discordias y desacuerdos se dan las primeras detenciones de líderes, como la que ilustra Hechos 5, y les prohíben hablar y enseñar en el nombre de Jesús después de haber sido azotados y otros apedreados.

Entretanto Esteban, uno de los siete Diáconos nombrados, es apedreado por predicar que la Ley de Moisés había sido abolida por Jesucristo (Hch 6, 8ss) Pablo que hasta ese momento se llamaba Saulo de Tarso, fue testigo de esa muerte y apasionado  perseguidor de los cristianos helenistas, quienes huyeron (Hch 8, 1) llevando consigo el Evangelio, anunciando la Buena Noticia no sólo a los judíos, sino también a los paganos.

Uno a uno, los apóstoles fueron sacrificados, Santiago, el hermano de Juan, muerto a manos de Herodes Agripa quien también encarceló a Pedro quien logró huir (Hch 12, 1ss). El otro Santiago, "el pariente del Señor", quedo por un tiempo dirigiendo la Comunidad judeocristiana de Jerusalén, pero fue apedreado.

Hubo una guerra entre judíos y romanos en la que no participaron los judíos cristianos, por lo que fueron perseguidos por sus hermanos de raza y tuvieron que huir de Jerusalén. Esto duró muchos años hasta que terminan las guerras judías y los cristianos vuelven a Jerusalén, pero son los romanos, quienes ahora se dedican a perseguir a los cristianos.

Impresiona que Saulo de Tarso, perseguidor acérrimo de los cristianos, se convierte al cristianismo y se hace amigo de los que antes perseguía (Hch 9, 1ss) y llega a ser uno de los principales difusores de la Buena Nueva en las comunidades que no eran judías, realizando varios viajes que le implicaron grandes infortunios y graves peligros, y a quienes le acompañaban como Bernabé y Juan Marcos.

Pablo llevó el cristianismo al mundo grecorromano, con mentalidad renovada, con grandes principios cristianos, normas prácticas acordes con el sistema social del momento, fundó Iglesias en varias ciudades y desde allí se fueron evangelizando otras regiones, hasta Roma que fue uno de sus objetivos e hizo que la Buena Nueva se extendiera a todos los estratos sociales y a todo el mundo conocido hasta ese momento.

Por otro lado, el apóstol Pedro, quien también estuvo en medio del problema de las relaciones con el judaísmo, bautiza a un centurión romano (Hch 10, 24ss), lo que le causó disgusto a los judeocristianos que creían que esto era solo para los israelitas que  cumplieran la ley de Moisés.

En medio de este origen de la Iglesia y de los primeros cristianos, vemos que los apóstoles necesitaron de valentía para proclamar que, desde la Encarnación del Hijo de Dios y la fundación de la Iglesia, todo estaba contemplado en el proyecto de Dios y que, finalmente  se manifiesta en Jesucristo Salvador. (Ef. 1, 3-12)

Vemos que todas la manifestaciones de Dios, desde el Antiguo Testamento hasta el Nuevo en su largo desarrollo, corresponde a su plan, pero este se va dando en medio de esclavitudes, dolor y sufrimiento pero los importante es que se hace presente Su Hijo Jesucristo quien funda la Iglesia, la que desde sus inicios camina entre las persecuciones del mundo y el consuelo de Dios, hasta que llegue a la plenitud, cuando se presente sin mancha ni arruga en la vida eterna y la institución de los Apóstoles y su misión especial (Mc 3, 14), acontecimiento único, que no escapa a esa persecución y se ven sometidos también al sufrimiento al que desafían con gran valentía. Ellos hacen las mismas cosas que Jesús y por ende, sufren padecimientos similares sin acobardarse, reúnen a Israel para formar comunidad, para reunir el rebaño de Dios que aunque no era tarea fácil, reciben para ello la fuerza de Dios a través de su Espíritu Santo.

Para ellos las persecuciones, los encarcelamientos, las torturas y hasta su muerte, fueron poco con tal de proclamar la salvación como Jesús se los había indicado.

La muerte de todos los apóstoles y la forma como se dio, no se relaciona en la Biblia, solo la de Santiago, hermano de Juan (Hechos 12,2). Muerto a espada por el rey Herodes.

Conclusión

Saber algo de lo que pasaron los apóstoles y lo que vivieron muchos otros personajes bíblicos por causa de predicar el Evangelio, para nosotros puede ser hoy algo de cultura general o tal vez podemos tomarlo como un instructivo de cómo superar las pruebas que se presenta cuando queremos anunciar el mensaje de salvación

Esto es solo el recordatorio para nosotros, que nuestros sufrimientos aquí, son ciertamente menores en comparación con la intensa persecución y crueldad que enfrentaron los apóstoles y discípulos durante su tiempo, por su amor a Jesucristo. “Y seréis aborrecidos de todos por causa de mi nombre; mas el que persevere hasta el fin será salvo”.(Mateo 10:22)

Cuando vemos el testimonio de Pablo y de todos los otros apóstoles como lo registra la escritura, en cuanto al sufrimiento por la causa de Cristo, nos asombra la valentía con la que lo enfrentaron.  Todos vivieron algo del sufrimiento de Cristo, Pablo expresó que lo que faltó de sufrimiento él lo había recibido, claro está que a Cristo no le faltó nada por sufrir en la Cruz, el todo lo hizo completo, el apóstol Pablo manifestó estas palabras en el sentido del sufrimiento redentor que hace crecer. En la exhortación a luchar por la fe en la carta a los Filipenses lo expresó así: “Solamente les pido que se comporten como dignos seguidores del Evangelio de Cristo. De esa manera, sea que yo vaya a verlos o que oiga hablar de ustedes estando ausente, sabré que perseveran en un mismo espíritu, luchando de común acuerdo y con un solo corazón por la fe del Evangelio,  y sin dejarse intimidar para nada por los adversarios. Este es un signo cierto de que ellos van a la ruina, y ustedes a la salvación. Esto procede de Dios, que les ha concedido a ustedes la gracia, no solamente de creer en Cristo, sino también de sufrir por él, sosteniendo la misma lucha” (Filipenses 1, 27-30)

Por tanto, es importante entender que el sufrimiento que nos corresponde llevar como servidores del Señor, que tal vez no sea de la misma manera que el que sufrieron los apóstoles, pero puede presentarse de muchas otras formas, persecuciones de otro tipo, acusaciones de otra manera, juzgamientos, soledades y muchas cosas más, pero ¿nos detendremos por esto? ¿Desfalleceremos y nos echaremos para atrás? ¡No, claro que no! El sufrimiento sabiéndolo llevar nos ayuda a crecer y a perfeccionarnos y de esta forma también somos fieles a aquel que nos sostiene y nosotros le glorificamos con nuestra entrega y nuestra fidelidad, pero especialmente con la valentía que nos da el Espíritu Santo, como se la dio a los apóstoles, haciéndolos sentir plenamente llenos de todo consuelo del Señor.

Después de la muerte de Jesús en la cruz, muchos cristianos temerosos se escondieron pero la hora llegó y con la venida del Espíritu Santo en Pentecostés, fueron llenos de su fuego y de valentía y los discípulos predicaron porque el primer fruto del Espíritu es el don de proclamación.

Dice la Palabra: “sean felices cuando se hallen en diversas tribulaciones; gozaos y alegraos”. (Lc. 6,23).

Taller

1.    Realiza una reflexión sobre la valentía y recuerda en que ocasiones has sido valiente para proclamar el Evangelio.

2.    ¿A qué acciones te lleva comprender por lo que pasaron los apóstoles para proclamar la Buena nueva?

 

Bibliografía

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DESCLEE DE BROUVER, Biblia de Jerusalén, 1998.

Guarducci, M: La tradición de Pedro en el Vaticano: a la luz de la historia y de la arqueología.

LEON DUFOUR, Xavier, Vocabulario de TEOLOGÍA BIBLICA. Editorial Herder. 1993

P. Juan Croisset, S.J., San Melitón y treinta y nueve Santos Mártires de Sebaste.

Textos bíblicos tomados de:

http://www.vicariadepastoral.org.mx/sagrada_escritura/biblia/

 

CIBERGRAFÍA

http://www.mscperu.org/indexpersecucion.htm

http://www.cofradiarosario.net/tablero.htm, Domingo 8º de Pascua-Pentecostés-Ciclos ABC.

Valor, valentía, textos bíblicos tomados de:  http://www.encinardemamre.com/Temas_Biblicos_para_predicar.html

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Orígenes de la Iglesia:

 http://www.historialago.com/xto_04105_origenes_iglesia_01.htm