La familia que Dios quiere: una familia reconciliada

“Él reconciliará a los padres con los hijos y a los hijos con los padres”
Malaquías 3, 24

Introducción

El apóstol San Pablo en la carta a los Efesios, hace referencia a “los deberes familiares del cristiano”. Comienza con la exhortación al amor entre los esposos, comparado con el amor de Cristo a la Iglesia (5, 21-33), y en el capítulo 6 al cual nos vamos a referir, un bello mensaje a los “hijos y padres” (1 y 4).

Mensaje a los hijos

Ef 6:1 “Hijos, obedeced a vuestros padres como agrada al Señor; porque esto es justo.”

Deberes para con los padres (Libro Eclesiástico, cap. 3)

1. Hijos míos, escúchenme a mí, que soy su padre; sigan mis consejos y se salvarán.
2. El Señor quiere que el padre sea honrado por sus hijos, y que la autoridad de la madre sea respetada por ellos.
3. El que respeta a su padre alcanza el perdón de sus pecados, y el que honra a su madre reúne una gran riqueza.
5. El que respeta a su padre recibirá alegría de sus propios hijos; cuando ore, el Señor lo escuchará.

8. Hijo mío, honra a tu padre con obras y palabras, y así recibirás toda clase de bendiciones.
12. Hijo mío, empéñate en honrar a tu padre; no lo abandones mientras tengas vida.
13. Aunque su inteligencia se debilite, sé comprensivo con él; no lo avergüences mientras viva. 
14. Socorrer al padre es algo que no se olvidará; será como ofrecer sacrificio por los pecados.
15. Cuando estés en aflicción, Dios se acordará de ti y perdonará tus pecados.
16. El que abandona a su padre ofende al Señor

Mensaje a los padres

Ef. 6:4 “Padres, no exasperéis (provocar gran irritación o ira) a vuestros hijos, sino formadlos más bien mediante la instrucción y la exhortación según el Señor.

¿Qué puede provocar exasperación o ira en nuestros hijos?
(Evitar la desilusión de los hijos por sus padres)

Sino fórmenlos en la instrucción y exhortación según el Señor

- Pedir sabiduría que viene de lo alto para enseñar conocimiento y reflexión a los jóvenes.

Proverbios

1, 8: Escucha, hijo mío, la instrucción de tu padre (es un padre que instruye a su hijo), y no olvides la enseñanza de tu madre.

2, 1-6: Hijo mío, si aceptas mis palabras, y retienes mis mandatos, prestando atención a la sabiduría y abriendo tu mente a la prudencia; si invocas a la inteligencia y llamas a la prudencia; si la buscas como al dinero y la rastreas como a un tesoro, entonces comprenderás el respeto y la honra al Señor y encontrarás el conocimiento de Dios. Porque es Dios quien da la sabiduría y de su boca brotan el saber y la prudencia.

9-12:  Entonces comprenderás la justicia, el derecho y la rectitud, y todos los caminos del bien. Pues la sabiduría penetrará en tu mente y el saber se te hará atractivo; la reflexión cuidará de ti y la prudencia te protegerá, para apartarte del mal camino, del hombre que habla con engaños.

Frutos de la obediencia

Es importante hacerle ver a los hijos que la obediencia trae unos frutos de bendición.

Cuando hay rebeldía y desobediencia en los hijos ¿Qué pueden hacer los padres?

Cuando se tiene un hijo muy desobediente, examinar las posibles fuentes de su conflicto interno y rebeldía. Evaluar detenidamente la propia situación familiar:

La sanación interior como requisito para sanar nuestras relaciones interpersonales

Durante todo este tiempo de nuestro caminar en la evangelización de hombres, mujeres y parejas, nos ha quedado muy claro que una de las dificultades para recibir el Evangelio y ponerlo en práctica, son las diferentes heridas emocionales que tienen las personas.

Por eso es de vital importancia hacer un pare y revisarnos, porque es bien sabido que esas heridas provocan que nosotros a su vez, causemos heridas en los que nos rodean con nuestro comportamiento, con palabras y actitudes.

Cuando el esposo lleva una herida en su corazón desde su niñez y no la ha resuelto, esto es, no la ha sanado, quizá porque no la ha hecho consciente, o porque tiene rabia y resentimiento, le cobrará a su esposa y a sus hijos el precio por llevar esa herida supurante en el corazón.

De igual manera, cuando es la esposa la que lleva esa herida, ese vacío o esa carencia, se la cobrará a su esposo y a sus hijos. Esto, por su puesto es inconsciente, pero es nefasto para las relaciones familiares.

Es muy importante que papá y mamá sanen sus heridas emocionales personales (cada uno trae heridas en su corazón desde la infancia, incluso desde el vientre materno) y las que se han causado como pareja; de esta manera podrán llevar una relación sana como pareja y con sus hijos.

El perdón será la clave de la sanación

Cuando hay perdón en la pareja, los hijos aprenden a perdonar. ¿De dónde si no van a aprender ellos que hay que perdonar? Si hay necesidad de sanación en las relaciones familiares, es que falta un perdón: perdón que se da o que hay que pedir.

Que los hijos sean obedientes depende en gran parte de la calidad de relación que tengan sus padres.

Si hay violencia, mentira, hipocresía en la pareja, la desilusión en los hijos es de tal tamaño que no encuentran motivos para obedecer. Es decir, ven que sus padres no tienen autoridad moral para exigirles nada.

Si la relación de la pareja es sana, será sana la relación con los hijos, hay confianza de los hijos hacia sus padres, hay respeto, hay obediencia. No es que no haya problemas, no hay familias perfectas; pero cuando se puede hablar con confianza, cuando hay comprensión y se acoge a cada uno en su unicidad, las cosas fluyen de mejor manera.

El proyecto de Dios para la pareja está muy claro en Génesis 2,24: “Por eso deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne.”

Y en Jn.17,21 dice: “Que sean uno, Padre como tú y yo somos uno. Para que todos sean uno”. Es la oración de Jesús al Padre del cielo y es también la oración de Cristo por las familias y para ello nos envía a su Espíritu Santo; sin Él no es posible la unidad en la pareja ni en la familia.

Te invitamos a clamar Espíritu Santo para que en tu familia haya sanación y unidad.

Marina Espinosa de Salgar
Bogotá, junio 16 de 2.022