Ya Pablo definía la función ministerial como quien anuncia, amonesta y enseña, en toda sabiduría, para presentar perfecto en Cristo a todo hombre.

La Palabra de Dios contiene abundantes textos que describen las actividades del Padre, su obra creadora, que incitan a lo que podríamos llamar, un nuevo estilo de vida en unidad con su máxima creación, el ser humano. Creado para ser comunitario y dado al servicio, creado en la diversidad de emociones y sentimientos, creado en la pluralidad y en la divergencia de realidades. Ser al que le fue entregada la creación en paz y armonía perfecta y constituido como heredero de esa maravillosa obra, que fue puesta para que el hombre la gobernara. “Coronándolo de Gloria y esplendor” (Sal. 8) para que fuera alabanza de la Gloria de su Gracia (Ef. 1,6).

Quien desea servir a Dios en sus hermanos asume que debe ser perfeccionado. El servidor que sabe esto y lo aplica a su vida, es el que le puede servir, porque se hace humilde y dócil a su Palabra.

Los miembros de la comunidad que escucharon el llamado de Dios: “Este es mi Hijo amado... escúchenlo a Él... síganlo a Él”, son hombres y mujeres obedientes que se prepararon durante un año, en temas como la oración y la Palabra de Dios, servicio y misión, sanación interior, integridad, proyecto de vida dentro del plan de Dios, Espíritu Santo, Dones y Carismas y comunidad entre otros. Estos 28 hombres y mujeres que han buscado la santidad y que asumen las exigencias de la nueva vida, tuvieron la gran alegría de consagrarse como nuevos servidores en la ceremonia del pasado 5 de Mayo en la casa de retiros de Emaús.

Estos son algunos de los testimonios de los nuevos servidores:

“Estoy feliz por el paso que he dado, por la obra que el Señor ha hecho en mí”.

“Cuando venía a la comunidad al principio, veía a los de chaqueta azul y pensaba ¿cuándo la podré tener yo? Siempre quise estar allí sirviendo y hoy se concreta ese sueño”.

“Tengo nostalgia y ansiedad por la gran necesidad de Dios que veo en el mundo. El Espíritu me llama, me jala para ir a llevarles la Palabra”.

“Gran bendición poder consagrarme con mi esposa; quería ir más rápido, pero Dios me hizo esperar y lograrlo hoy en pareja”.

Alegrémonos pues, con esta noticia que nos enciende el corazón y nos anima a seguir buscando la santidad, a servir a la Iglesia, a despojarnos de nosotros mismos para pertenecer a Cristo.