FUNDACIÓN HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO
GUÍA DE PREDICACIÓN - Octubre 21 al 26 – 2024
COMPARTIR MI PAN Y MI AGUA…
POR EL AMOR DE DIOS QUE ESTÁ EN MI
Dar de comer al hambriento y de beber al sediento
Primera y segunda obras de misericordia corporales
Mt.14,14-21
Dice el Papa Francisco “A través del dar de comer al hambriento y del dar de beber al sediento, pasa nuestra relación con Dios”
OBJETIVO
Vivir la alegría de compartir nuestro poco con el necesitado, porque fue la enseñanza del Maestro, para disfrutar desde ya el Reino de los Cielos.
DESARROLLO
Desde siempre han existido en nuestro entorno situaciones de necesidad que requieren una respuesta inmediata y urgente, por ejemplo: dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento; ambas son obras de misericordia corporales.
Es muy dura la experiencia del hambre y la sed, y desgraciadamente es una realidad actual y cercana a nosotros. Cada día encontramos personas que sufren estas necesidades y se hace inminente nuestra ayuda.
Dar de comer al hambriento y dar de beber al sediento.
Estas dos primeras obras de misericordia se complementan y se refieren a la ayuda que debemos procurar en alimento y otros bienes a aquellos que no tienen lo indispensable para poder comer cada día.
Hay siempre alguien que tiene hambre y sed y tiene necesidad de tu ayuda; no se puede delegar a ningún otro. Este pobre necesita de ti, de tu ayuda, de tu palabra, de tu empeño. Predicaba Juan Bautista, en el evangelio de san Lucas, «El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo» (Lc 3, 11). Se refiere a cubrir las necesidades básicas del alimento y la bebida de los más desfavorecidos. Esto es parte del bien común que agrada a Dios y nos hace mejores personas. Por esta razón, dar de comer al hambriento significa también una forma de decir: pienso en ti, sé por lo que estás pasando, y quiero ayudarte. Brindar alimento es nutrir dos almas: la de la persona que satisface su hambre y la de quien ofrece su ayuda.
Y el pan y el agua nos sugieren las dos necesidades básicas del hombre, la necesidad de alimento y de bebida. Cuando Israel es sacado de Egipto, al faltarle el pan y el agua en el desierto, Dios les provee en forma milagrosa y amorosa: el pan llueve del cielo y el agua brota de la peña (Ex. 16 y 17).
El Señor nos dice en 2° de Corintios: “Y poderoso es Dios para colmaros de toda gracia a fin de que, teniendo siempre y en todo, lo necesario, tengáis aún sobrante para toda obra buena” Por tanto, en ningún momento podemos decir no tengo… porque el Señor siempre nos da todo lo que necesitamos para la vida y para compartir (1Pe.1.3).
Es necesario que madure una conciencia solidaria que considere la alimentación y el acceso al agua como derechos universales; poder comer y beber hacen parte de estos derechos para todos los seres humanos. No podemos ser ajenos a esta necesidad apremiante. Pensemos un momento: cuantas veces recitamos el “Padre Nuestro” y no damos verdaderamente atención a aquellas palabras: “Danos hoy nuestro pan de cada día”.
Promesas al cumplimiento de esta obra de Misericordia:
- Venid benditos de mi Padre a heredar el Reino preparado para vosotros desde antes de la creación del mundo… porque tuve hambre y me diste de comer, tuve sed y me diste de beber (Mt.25,34-35)
- En Isaías 58,7 dice “que compartas TU pan con el hambriento” (hace parte del verdadero ayuno que agrada al Señor) y ver la promesa Is.58,8 “entonces brillará tu luz como el amanecer y tus heridas sanarán muy pronto”
- No se olviden ustedes de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen; porque estos sacrificios son los que agradan a Dios. Hb.13,16
No se justifica la abundancia en nuestras alacenas mientras sigan existiendo los necesitados del pan y del agua en nuestro entorno.
CONCLUSIÓN
Los invito a salir al encuentro de las necesidades más básicas de los que encuentren en su camino, dando lo poco que tienen. Dios, a su vez, les corresponderá con su gracia y los colmará de una auténtica alegría. (Papa Francisco)