Objetivo |
Cuestionarnos sobre el verdadero motivo por el que buscamos a Dios y llegar a la verdad de lo que esperamos. Cristo llama a la puerta de nuestro corazón porque nos trae la salvación
El ser humano siempre está inconforme y no se siente feliz, porque busca la manera de llenar el vacío que le dejó la separación de Dios por haber pecado. Anhela llenar este vacío, pero no sabe cómo, echa mano entonces de las cosas del mundo: una pareja que le haga feliz, bienes materiales, bienestar económico, salud, prestigio, etc., pero vemos que nada en este mundo puede llenar ese vacío, porque todas estas cosas son temporales, esta es una búsqueda equivocada porque al estar separados de Dios, solo se puede sentir más vacío e inutilidad en nuestra vida. Es entonces cuando buscamos a Dios; pero lo buscamos para que nos arregle los problemas de la vida diaria, la falta de dinero, los problemas en el matrimonio o con los hijos. Es decir, buscamos a Dios para “sentirnos bien”, para que nos solucione los problemas que tenemos, buscamos un milagro, buscamos lo que Él nos pueda dar, pero no lo buscamos a Él. Nuestra fe no está puesta en Dios, sino en las cosas que Dios da. A este respecto nos dice san Pablo: en 1ª Cor. 15,19: “Si solamente para esta vida tenemos puesta nuestra esperanza en Cristo, ¡somos los más dignos de compasión de todos los hombres!”
Esto es porque Cristo es mucho más que “sentirnos bien”. Cristo en realidad es nuestra Salvación, es nuestra única posibilidad de obtener Vida eterna. Él murió y resucitó para esto. Quiere cenar con cada uno, quiere intimidad y comunión con cada uno de nosotros.
Está a la puerta y llama para darnos la salvación, la vida eterna ya, aquí y ahora
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