Reflexiones
Temas que nos invitan a superar las adversidades y a acercarnos más al Padre.
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Como el Padre me amó
Por p. Fidel Oñoro, cjm
(NR. Esta es una transcripción de la lectio divina que compartió el p. Fidel Oñoro el pasado 10 de mayo a través de su canal de Youtube. Su profundo contenido y su estilo discursivo, nos envuelven en una atmósfera de amor, paz y esperanza, que nos invita de inmediato a la oración contemplativa.)
Vamos a leer el evangelio según san Juan, capítulo 15, versículos 9 al 17. “Como el padre me amó, también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Si cumplen mis mandamientos permanecerán en mi amor, como yo cumplí los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Les he dicho esto para que mi gozo sea el de ustedes, y ese gozo sea perfecto. Este es mi mandamiento: ámense los unos a los otros como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo los mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su Señor. Yo los llamo amigos porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino Yo el que los elegí a ustedes y los destiné para que vayan y den frutos y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi nombre él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros”. Palabra del Señor, gloria a ti Señor Jesús.
Tenemos ante nosotros hoy una de esas páginas que parece que estuviera proponiéndonos la esencia del cristianismo. Nos pone ante las cosas determinantes de nuestro cristianismo. Nos pone ante las cosas determinantes de nuestra fe. Todo un canto rimado con el vocabulario de los amantes: amar, amor, alegría, plenitud, don. Y Jesús traza una ruta, un camino indicado, señalado por estas palabras.
Los invito a hacer hoy el recorrido despacio, frase por frase, sintiendo el peso, ponderando cada una de estas palabras que salen de la boca del Maestro. Todo comienza con un hecho: tú eres amado. Como el Padre me amó, Yo también los he amado a ustedes. Hay un amor primero, fundante; y de ahí deriva una consecuencia: cada ser viviente respira no solo el aire, sino amor; si esta respiración se detiene sencillamente no vive. Como el padre me amó yo los he amado a ustedes. Hay un amor primero, un amor decidido. Hay un gran flujo, un gran río de amor que emana desde el cielo, del Padre al Hijo y del Hijo hacia nosotros; fluye como la savia en David, como la sangre en las venas. Y cuando Jesús se refiere al amor, no está indicando este impulso que por naturaleza todos tenemos, que todos llevamos por dentro. Estamos hablando de algo más. No se refiere a ese impulso que todos sentimos de buscar a otro, de entablar un vínculo, de abrazarnos y protegernos mutuamente. No se refiere a ese sentimiento natural producido por mí y que todos llevamos como marca de fábrica. No se refiere a un deseo, se refiere a una realidad, a un amor dado, primero, que está ahí. Es un amor que me precede; un hecho que me precede. Un acontecimiento que me presenta: como el Padre me ha amado, yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor.
Y sigue con el verbo permanecer en este amor que hemos recibido. El “permanezcan”, aquí el imperativo de ayer, vuelve: permanezcan. Permanezcan connota un habiten, un moren ahí, vivan ahí, no se vayan de ahí. El amor es tan real como un lugar, como un continente; es como una carpa donde se puede vivir dentro; es la casa en la que ya estamos, como un niño que habita en el vientre de su madre, que no la ve pero tiene mil señales de su presencia que lo nutre, que le da calor, que lo acuna. Como decíamos en otra ocasión, nuestro problema es que estamos inmersos en un gran océano de amor y no nos damos cuenta. Permanezcan en mi amor. Ustedes ya están dentro, por lo tanto no se vayan, no huyan de él, no se suelten de mí. A veces ponemos resistencia, es verdad. Nos defendemos del amor. Tenemos, a lo mejor puede pasar, el recuerdo de heridas y de desilusiones y no queremos sentirnos maltratados por más traiciones. Pero el Maestro, el sanador del desamor, hoy nos hace una propuesta: déjate amar; déjate amar por mí y verás lo que pasa.
El amor es una realidad; esto que Jesús me ofrenda hoy, que pone mis manos, que deposita en mi vida, es una realidad. El amor es, y es cosa de Dios. Comienza como un amor unilateral, como un amor imprescindible, como un amor primero que es un amor asimétrico, incondicionado. Que yo sea amado depende de Él, no depende de mí. Mi tarea es decidir si permanezco o no en ese amor. Y viene la pregunta: Ajá, ¿y por qué hacerlo? Y Jesús responde: para que la alegría, mi alegría en ustedes sea plena. llegue a su plenitud. Mejor dicho, para que sea perfecta. Es muy bonito esto; les digo esto para que la alegría de ustedes sea plena y es mi alegría dentro de ustedes. Así como el amor primero no es el nuestro sino el de Él, la alegría también es la de él en mí. Y entre amor y alegría hay una gran conexión. Donde hay amor hay fiesta, donde hay amor hay sonrisa. El amor desata la alegría. Es como decía San Ambrosio el gran padre de la iglesia, San Ambrosio de Milán. Él decía: es como si fueran alas de fuego. Sí, alas de fuego que encienden de gozo el corazón. El gozo es un instante inmenso y es el síntoma de que algo grande está ocurriendo. Es la señal de que vas por el camino bueno y correcto.
Y Jesús, avanzando en su enseñanza de hoy, nos indica entonces las condiciones para permanecer, para estar dentro de este amor: observen mis mandamientos como yo observé los mandatos del Padre, el querer del Padre. Y aquí tenemos que volver a aclarar lo que ya aclaramos en otra lectio: Jesús no se está refiriendo aquí, aunque sin excluirlo, pero no se está refiriendo al Decálogo. Está hablando de la manera de ser de Dios, el Dios que libera y que fundamenta alianzas, el Dios que planta su carpa en medio de nuestro campamento. Yo permanezco en el amor, si hago las cosas que Dios hace. Esos son los mandatos. Entonces nuestro pasaje de hoy es todo un alternarse de medida humana y de medida divina en materia del amor. Jesús no dice simplemente “amen”. Es que no basta amar. No basta amar porque podría ser solo un mero oportunismo, una búsqueda de consuelo, una dependencia oscura o una necesidad histórica. Porque ocurre que si no amamos, pues nos destruimos. Pero uno puede amar en realidad amándose a sí mismo. Puede ser que no esté buscando al otro; lo que está llenando es una carencia y por eso un amor podría ser una forma de egoísmo. ¿Por qué? Porque puede ser una forma de posesión del otro, una forma de poder. ¿Saben una cosa? Hay amores violentos; hay amores violentos y desesperados. Hay amores que al fin y al cabo terminan siendo dominadores y posesivos, y en última instancia destructivos porque anulan al otro. Amar es hacer crecer; amar es renunciar a mí mismo para colocar al otro en el centro. El verdadero amor nunca violenta, nunca. El verdadero amor siempre empuja al otro para un mayor crecimiento; eleva al otro. Y por eso, no todo lo que se llama amor es amor.
Jesús tampoco ha dicho: amen a la gente con la misma medida con la que se aman a ustedes mismos. No, yo conozco los decaimientos también. También los cambios de sentimientos y uno no es nunca medida para otros. Por lo tanto no se trata de eso. Lo que Jesús dice, en cambio, es: ámense unos a otros como yo los he amado. Esa es la gran enseñanza: unos a otros, unos a otros. No ha dicho simplemente: amen, unos a otros. No es ama tú y déjate amar. Unos a otros, amen y sean amados. El amor pide reciprocidad. Reciprocidad en el dar y en el recibir, porque amar, amar puede bastar para llenar una vida; pero dejarse amar basta para muchas vidas. Unos a otros, es de lado y lado, a la par. Y Jesús dice: como yo los he amado. La medida del amor no es mi amor por el otro. La medida del amor es el amor de Jesús por mí. Jesús se vuelve la medida del amor. Y ésta es la gran novedad cristiana cuando de relacionamiento se trata. El amor está inscrito en la misma manera de amar de Jesús; Él es la cartilla del amor. Él es el dador del amor y es la cartilla del amor. Él es la escuela del amor: ámense unos a otros como yo los he amado. Jesús es la medida del vivir y del amor.
Se trata entonces de generar relaciones de comunión, en un cara a cara, en una dinámica de reciprocidad. Y uno no ama a la humanidad en general; se ama a las personas y una por una. Subraya esto en tu Biblia, la frase de Jesús: “como yo los he amado”. El mandato de Jesús no es amar en genérico, en general. Es “como yo los he amado”. Lo específico del cristianismo no es amar, porque esto lo hace mucha gente y de muchas maneras, sin por eso ser cristiana. Es un amar como Jesús, eso sí. Como lo describe cada página del Evangelio: un Jesús siempre al servicio de la gente, un Jesús que no despacha a nadie sin darle algo bueno, un Jesús que corre detrás de cada oveja perdida, un Jesús que no excluye ni siquiera a quien lo niega o lo traiciona. Un Jesús que mientras yo lo hiero, Él me mira con amor y se reconcilia conmigo. Mejor dicho, un Jesús, un Jesús que ama con ternura combativa; a veces valiente como un héroe y otras tierno como un enamorado. Y así como Jesús se ha hecho canal del amor del Padre hacia mí, de la misma manera nadie puede volverse como si fuera una vena obstruida, como si fuera un canal entupido, todo lo contrario. Lo nuestro es ser canales del amor, hacer pasar ese amor de Dios a través de nosotros, de nuestra mirada, de nuestra palabra, de nuestro servicio, de nuestra presencia. Lo nuestro es hacer que el amor fluya; que el amor de Dios descienda y circule en el cuerpo del mundo. Si se cierra, en ti y en torno a ti habrá algo que muere, como cuando se tapa una vena en el cuerpo: lo primero que muere es la alegría.
Y sigue Jesús: “ustedes ya no son mis siervos, son mis amigos”. ¡Vaya frase! Ustedes son mis amigos. A Jesús le gusta la palabra amigo, le gusta hacer amigos, goza con la amistad. Amigo es una palabra dulce, es música para el corazón de uno, Y aquí tenemos un nuevo dato: en Jesús, Dios asume nuestra manera humana de amar. ¿Cuál es? la de la amistad. Es él quien se viste de una medida humana: “ustedes son mis amigos. Ya no los llamo siervos sino amigos”. Jesús excluye, claramente, la palabra esclavo, porque esclavo connota sometimiento, y la amistad es todo lo contrario. No es someter, no es dominar, no es mandar el uno sobre el otro. La amistad es un ponerse en pie de igualdad dentro del grupo y no por encima; es igualdad y alegría. En la amistad no hay uno que impone y otro que obedece. El amor es encuentro de dos libertades que aprenden a caminar juntas. “Ya no los llamo siervos, los llamo amigos”. Esto se mueve de otra manera: dos libertades que aprenden a caminar juntas. El amor no se impone, no se finge, tampoco se mendiga. Amistad es transparencia del corazón y de la vida. “Ya no los llamo siervos, los llamo amigos”. La amistad es un ritual humano que es teología, que habla de Dios. La amistad es cortejo, es tiempo, es aproximación y distanciamiento, es palabra y es silencio, es gesto. Y este ritual humano de la amistad se convierte en lenguaje de Dios. Es verdadera teología; al hacerlo se renueva la vida, se conforma la vida de la misma manera como hablaba Jesús. Y ¿saben una cosa? amigo es uno de los nombres más hermosos de Dios. Un Dios que siendo Rey y Señor se ha hecho mi amigo. Uno que se pone a la par del amado. Y nosotros volvemos a amar a Dios de esta manera; no como siervos asustados, temerosos con aquel que ve el dedo encima por todo lo que tiene que hacer. No, nos movemos de otra manera, no como siervos sino como enamorados.
La amistad es un instrumento muy humano de revelación. En la amistad hay confidencia, nos damos a conocer. Un amigo es el que mejor conoce, lo conoce a uno. Y Jesús dice: les he dado a conocer todo lo que mi padre me ha dicho, lo que mi padre me ha revelado; les he abierto mi corazón. Y entonces entramos en la escuela de Dios, en la amistad de Jesús. El todo de una vida no se aprende con lecciones de escuela, ni tampoco con cartillas con mandatos; sólo por relación, por comunión, por empatía de amigo. Esta relación personal con Dios fue la que fascinó tanto tanto a los grandes orantes de la historia. Ya desde la Biblia, desde Moisés que hablaba cara a cara con Dios como con un amigo, y de ahí en adelante. No podemos olvidar, no solo grandes personajes de la Biblia que no es del caso ahora seguir citando, de Abraham, Elías, Eliseo, muchos otros, sino también en nuestros tiempos, en nuestra historia cristiana, como una Teresa que era fascinada con la palabra amigo. La amistad con Jesús, un Juan de la Cruz, un Ignacio de Loyola, un Carlos de Foucauld. Todos eran fascinados con esta palabra del Señor: “yo soy tu amigo”.
Y luego vemos cómo Jesús nos coloca la medida absoluta del amor en un solo verbo; condensa la medida del amor en un verbo brevísimo, un verbo que lo explica todo: el verbo dar, dar. En el evangelio el verbo amar siempre se traduce en la práctica con el verbo dar. No hay amor más grande que el de dar la vida. El amor no es un sentimiento, no es una emoción, es una donación, una entrega oblativa de sí mismo por el otro; es un acontecer de manos, de pan, de agua, de vestidos, de tiempo regalado y compartido, de puertas abiertas, del corazón de par en par, de caminos recorridos juntos con alegría. Dar la vida, o sea todo, porque la única medida del amor es el amor sin medida. El verdadero amigo es el que da, el que se da a sí mismo por el otro hasta el punto de perder su propia vida. Un amor que no se protege a sí mismo, sino que se expone. Es un amor que te asedia y que al mismo tiempo es asediado. Es como una lámpara en la oscuridad, incluso como un cordero entre lobos. Amor amenazado, amor sutil como la respiración, poderoso como las grandes aguas. Amor que yo cuido y amor que cuida de mí. Y es de esta materia, el amor, de la que Dios está hecho. Dios es amor y él es la respiración de cada ser humano cada vez que ama. Y ¿por qué Dios elige esta lógica? ¿por qué todas estas palabras que hoy hemos recorrido una por una? ¿por qué este camino? ¿por qué este itinerario señalado por Jesús? La respuesta es sencilla, está enfatizada en el evangelio de hoy: “para que mi alegría esté en ustedes y en ustedes llegue a su plenitud”. Para que tu corazón estalle de alegría, de gozo, de felicidad. Qué bonito esto: un Dios feliz. Jesús dice: “mi alegría”. Jesús era una persona plenamente feliz y él dice: “mi alegría”. Un Dios feliz, que me contagia su alegría, que la pone dentro de mí. Un Dios que se gasta toda una pedagogía para lograr que sus hijitos, todos, sean felices, que vivan la vida con un corazón libre y fuerte, que prueben el gusto, el sabor de la vida. Y esto es hermoso, es el sello del evangelio de hoy, el Jesús que se despojó de todo, que se hizo pobre de todo. Hubo algo de lo que nunca fue pobre: Él nunca fue pobre de amigos. Jesús degustó gozosamente la liturgia de la amistad, y del hacer vibrar en esta dinámica, hermosa, linda de la amistad, el mismo nombre de Dios.
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Ser cristianos
Por: Maya Angelou
Cuando digo... "Soy cristiano", no estoy diciendo que "tengo una vida perfecta"; estoy reconociendo "estaba perdido, pero he sido encontrado y perdonado" por Cristo.
Cuando digo... "Soy cristiano", no lo digo para enorgullecerme; estoy confesando que he caído y necesito que Cristo me levante y sea mi guía.
Cuando digo... "Soy cristiano", no estoy tratando de ser fuerte; estoy declarando que soy débil y necesito de Su fortaleza para continuar.
Cuando digo... "Soy cristiano", no estoy alardeando de mi éxito; estoy admitiendo que he fallado y necesito a Dios para corregir mis errores.
Cuando digo... "Soy cristiano", no estoy proclamando que soy perfecto; mis imperfecciones son demasiado visibles, pero así, Dios me ama y cree que valgo la pena.
Cuando digo... "Soy cristiano", aún siento dolor y tengo mi cuota de aflicciones y por eso lo llamo por Su nombre y viene en mi ayuda.
Cuando digo... "Soy cristiano", no soy más santo que los santos; ¡soy un simple pecador que recibo la gracia de Dios de manera extraordinaria, ordinariamente!
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Servicio: una actitud de vida
Por: Germán Salgar
Para dar un servicio con amor, primero hay que llenarse de Dios, de su amor, experimentar su misericordia, percibir su cercanía. Darse cuenta de cómo Él ha estado aconteciendo en nuestra vida, aun cuando no se lo hayamos pedido. Esa presencia del Padre debe ser nuestro mayor anhelo, y Jesucristo es el camino que nos conduce a Él. Su Espíritu Santo es ese fuego que inflama nuestro corazón, que guía nuestras acciones, que nos ilumina el camino.
1. PREPARACIÓN PARA EL SERVICIO
Diácono = Ministro = Servidor (diakonía = servicio) Hch.6, 1-7 (buscaron hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de saber)
Al llenarnos de Dios, -a eso lo llamo “llenar las tinajas”-, como en Canaán, podremos ser transparencia de Él para nuestros hermanos: que el que nos vea, lo vea; que el que nos oiga, lo oiga. Que nosotros disminuyamos para que Él crezca en el corazón de los demás.
Hay personas que son naturalmente serviciales, pero a otros nos toca abrirnos mucho más a la acción de Dios, y muy conscientemente disponernos a ser canal de servicio y de bendición.
Pero ese canal de servicio que somos nosotros hay que pulirlo, limpiarlo, quitarle todo aquello que impide recibir y transmitir la bendición. Hay que adecuarlo, darle mantenimiento, mejorarlo permanentemente. Por eso, nuestra oración diaria -que debe incluir siempre la escucha de La Palabra-, y la formación, son fundamentales. Respóndete a ti mismo las siguientes preguntas:
¿Cómo transparentar a Dios si primero no nos llenamos de Él?
¿Cómo llenarnos de El si no estamos en contacto íntimo y constante con Él?
¿Cómo prestar un servicio de excelencia si antes no damos nuestro sí y nos capacitamos?
2. ¿QUÉ ES EL SERVICIO?
Ética y Servicio: Se es feliz sirviendo a los demás. Por Karin Schmidt O.
Servir es una actitud interna de colaboración y ayuda que se presta a los demás; la manifestación de una entrega generosa, porque somos conscientes de que tenemos algo que dar a otros.
El hacer de la vida un servicio, no es más que el reflejo de nuestra capacidad de amar. Amar y servir resulta un binomio difícil de separar; pues servir pasa a ser la manifestación más concreta y directa de nuestra capacidad de amar. Es por eso que advertimos paz y alegría profunda en todos aquellos que nos han dado testimonio, con su vida, de la grandeza de alma que constituye vivir para servirnos entre nosotros los seres humanos. Se es feliz sirviendo a los demás.
(Cuando se sirve inspirado en el Señor, con ánimo desinteresado, obtenemos en retorno paz, satisfacción del deber cumplido y gozo en el corazón.)
Se ve, entonces, que la alegría basada en el olvido de uno mismo representa la mejor prueba de amor: no hay mayor grandeza que entregar nuestra vida para poder ser útiles a los demás.
Juan 15:13 "Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos."
La vocación de servicio. Por Jacques Sagot. La Nación, Costa Rica
Bondad. Esta cualidad se llama “vocación de servicio”. He tenido el privilegio de conocer a algunos seres humanos que la poseían, y de beneficiarme de su bondad, de su capacidad para el don de sí mismos, que no otra cosa es el amor: dación. Y lo hacían por el mero gozo de servir, no para ser reconocidos, laureados.
El Valor de Servir. Padre Alberto Linero, Youtube.
El servicio es: una actitud, una manera de vivir, una decisión.
Lo que busca esa actitud es dar. El servicio siempre es algo de mí hacia el otro. En esta sociedad es difícil hablar de dar. Es dar para facilitar el cumplimiento de un proceso.
Dar también lo puedo entender como esa actitud de vida que me lleva a resolver una necesidad, una demanda o una solicitud.
El servidor no espera a que lo llamen, el servidor está atento y cuando capta que algo falta: hay necesidad y entonces ayuda. Ejemplo: Cuando María estaba en Canaan y se da cuenta que se acabó el vino.
En resumen:
Servir es una actitud de vida, es nuestra decisión de amar y de darnos a los demás para hacerlos más felices.
Los Momentos de Verdad
Son los momentos claves, específicos en que se concreta nuestro servicio, generalmente en relación con una persona o grupo de personas. P.e: el saludo al llegar, pero el tono en que se dice, la expresión corporal, el acompañamiento. También está la calidad del servicio, que depende de lo bien que estemos preparados para realizarlo.
3 BARRERAS PARA SERVIR
- La Pereza y la Comodidad
- La vanidad. Pues no pocas veces se es servicial para suscitar agradecimiento y admiración. A veces lo que busca la gente es que lo aplaudan. A veces, aparentar que se es un servidor, da prestigio y muchos se esconden tras de esas situaciones. El verdadero servidor no espera que le aplaudan su servicio, ni que lo admiren, ni que le agradezcan; simplemente sirve, y sabe que su paga está en su satisfacción interior. (Porque lo que hizo facilitó un proceso, resolvió una necesidad, le hizo bien a alguien; ese alguien vio resuelta la situación concreta que lo afectaba.)
4 ¿PARA QUÉ VINO JESÚS?
Vino para hacer la voluntad del Padre: servir y dar vida.
- Jn.6, 38: “porque he bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado.”
- Marcos 10:45: «Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos»
- «Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia»Juan 10:10:
Vino para servir. Rodrigo Abarca, Retiro de Rucacura, 2004, Chile
“El Hijo del Hombre vino para servir. Pero, ¿cómo podemos servir? Dando vida. Porque él dijo: «El Hijo del Hombre vino para servir... y dar... vida».
¿Cómo sirvió Cristo? dando su vida. Y la vida que él nos dio es la vida de Dios. Eterna, abundante, ilimitada, poderosa, y gloriosa, más allá de toda comprensión. Vida de Dios impartida al hombre.
¿Qué es servir? Impartir vida, vida de Dios, vida de Cristo. Servir no es hacer muchas cosas, no es llenarse de actividades; es impartir vida donde reina la muerte. Si tú no estás impartiendo vida, no estás sirviendo.”
Nuestra Misión: Continuar haciendo la voluntad del Padre y cumplir el mandato misionero: “Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que yo os he mandado. Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo.” Mat 28,19-20
“si nosotros no lo hacemos, nadie lo va a hacer. Porque Cristo va a usar a su iglesia para terminar su obra en el mundo. Lo que él comenzó en Galilea y en Nazaret, lo va a cumplir hasta lo último de la tierra por medio de su iglesia. Hasta que él venga, él va a seguir sanando, va a seguir libertando, va a seguir llamando, va a seguir rescatando, y va a seguir juntando para sí a los hombres, con el poder de su vida, con el poder de su autoridad, con el poder de su gloria, por medio de su iglesia.”
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Nuestro regalo de Navidad: a la paz y la reconciliación por la fe
El apóstol San Pablo en sus epístolas nos habla de la construcción del cuerpo de Cristo (Cfr. Rm.12, 4-5). Tú eres la columna que sostiene y aquel la ventana que deja entrar la luz. Este otro el techo que protege y el de más allá el piso que le da fundamento. Similarmente, todos tenemos una parte importante en la construcción de esta comunidad Hombres y Mujeres de Futuro cuyo arquitecto supremo es Dios, y el Espíritu Santo el cemento que une todo y le da la consistencia para darle firmeza y solidez a toda la construcción.
Y, ¿para qué toda esta increíble construcción?
Es para ir a hacer discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, y enseñándoles a guardar todo lo que Él nos ha mandado (Cfr. Mt. 28, 19). No es para que nos quedemos admirando la construcción, haciéndole retoques y dándonos palmaditas de felicitación y de orgullo.
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Colombia está harta *
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Adoradores en las Fuentes del Amor Primero
Por: Norberto Medina y Amanda León, febrero 14 de 2015
INTRODUCCIÓN
Es conocido por todos nosotros que la Renovación Católica Carismática - RCC es una corriente de gracia, donde el principal protagonista es el Espíritu Santo. En este Retiro de Servidores nos une el amor de Dios, y como miembros de esta gran familia no podemos estar de lado de las propuestas y llamados a los que estamos invitados.
La visión para los próximos tres años de la RCC, que culminará con el jubileo de los 50 años de aniversario en el 2017 y que coincide con los 20 años de nuestra comunidad, será “Volver al primer amor”. Para este 2015 el lema será “Adoradores en las fuentes del amor primero”
Es la invitación especial que la RCC nos hace a nosotros Hombres y Mujeres de Futuro, a asumir con profundidad este compromiso de renovar el fuego de Dios siendo adoradores, invitación que nos hizo el Papa Francisco el pasado 1 de junio en el Estadio de Roma: Volver a la adoración en las fuentes del amor primero. La voz de Dios que resuena en toda la RCC es que es urgente que volvamos al Amor Primero.
Para ello es necesario que nos hagamos las siguientes preguntas: ¿cómo está mi amor y mi compromiso con el Señor?, ¿cómo fue mi primer amor con el Señor? ¿Cómo fueron nuestros primeros pasos como creyentes? ¿Qué pasaba en nuestro corazón? ¿Qué sería de nosotros si no lo hubiéramos conocido? ¿Cómo podemos darnos cuenta si hemos perdido el primer amor por Dios?
1. Síntomas para identificar la pérdida del amor primero a Dios
- Apatía Espiritual: Falta de interés por las cosas de Dios, falta de oración, falta de compromiso; la excusa es la Rutina: “hacer las cosas para Dios en forma mecánica y rutinaria, porque me toca”.
- Falta de formación: Al comienzo hay hambre y sed de aprender las cosas de Dios, pero al pasar el tiempo hay una disminución de este deseo; la excusa es falta de tiempo, cansancio, familia, trabajo, etc.
- La continua guerra espiritual: Cuando hemos luchado con un problema por mucho tiempo y no lo hemos podido resolver, lo que ocasiona desgaste espiritual y físico y como consecuencia el desánimo, la frialdad espiritual.
- La infidelidad a Dios: Dejar de vivir las Bienaventuranzas, porque es más fácil seguir pecando que arrepentirse y volver al primer amor.
2. Cómo renovar el primer amor con Dios
Para renovar el amor primero con Dios es necesario volver a Pentecostés: No es solo pensar en un momento de efusión maravillosa del Espíritu Santo es mucho más. Pentecostés es el amor primero, el verdadero amor. El predicador Jim Murphy en el retiro de líderes de RCC de noviembre del 2014 nos dijo que es necesario volver a la cultura de Pentecostés, para combatir la cultura de la muerte, el desamor, la indiferencia. Pentecostés es un Estilo de Vida Nuevo con la fuerza del Espíritu Santo, en otras palabras es la manifestación de Dios en todos los momentos de la vida.
Veamos lo que nos dice la Palabra de Dios con el Primer Pentecostés del Nuevo Testamento, donde encontraremos elementos valiosos para volver al primer amor: Lucas 1, 26-41:
1. vr. 26-27: “Al sexto mes fue enviado por Dios el ángel Gabriel a una ciudad de Galilea, llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la virgen era María.”
Volver al primer amor es tener claro mi contexto, mi realidad, mi entorno, el lugar donde vivo, ya que no es lo mismo hablar de Pentecostés en el barrio de Soacha a hablar de Pentecostés en el barrio del Minuto de Dios, o del barrio Altos de Cazucá al barrio Alquería, aunque ambos se encuentren en el sur de Bogotá. Pentecostés se vive en un contexto determinado, en una realidad concreta.
2. vr. 28: “Y entrando, le dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.» “
Descubrir la iniciativa de Dios en mi vida. El llamado de Dios es gratuito, Dios nos busca, Él da el primer paso, el nos eligió por su Gracia y no por nuestro mérito. María está en su vida diaria, Dios la busca. Es en la vida diaria donde descubrimos Pentecostés; en la calle, en el trabajo, en la casa. En otras palabras, podemos decir que el encuentro con Dios se da en la cotidianidad de nuestra vida.
3. vr. 29-33: “Ella se conturbó por estas palabras, y discurría qué significaría aquel saludo. El ángel le dijo: «No temas, María, porque has hallado gracia delante de Dios; vas a concebir en el seno y vas a dar a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. El será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob por los siglos y su reino no tendrá fin.»”.
Pentecostés se da desde la experiencia con Dios Trino. El Padre toma la iniciativa de buscarnos, para fecundarnos de Jesús como lo hizo con María, por obra del Espíritu Santo. Y esta experiencia se da en la realidad de la persona. Vivir Pentecostés en el trabajo, en el estudio, en la relación con la familia. Para ser mejor ciudadano, mejor padre de familia, mejor esposo, esposa.
4. vr. 34: "María preguntó al ángel: ¿cómo podrá suceder esto, si no vivo con ningún hombre?"
Volver al amor primero es tener auto comprensión de las propias limitaciones. Enfrentando con valor las situaciones que no se han podido resolver, buscando ayuda adecuada, dejándonos fecundar por Jesús, para que haya transformación desde adentro.
5. vr. 35-36: “El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre ti y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios. Mira, también Isabel, tu pariente, ha concebido un hijo en su vejez, y este es ya el sexto mes de aquella que llamaban estéril”.
Pentecostés es una experiencia integral y no solo espiritual Descubrir que el Espíritu Santo nos cubrirá con su sombra, El vendrá sobre ti, tu sexualidad, manejo de dinero, relaciones interpersonales, es el hombre integral, no solo lo espiritual.
6. vr. 37: “porque ninguna cosa es imposible para Dios”.
Volver a Pentecostés es descubrir que nada es imposible para Dios: la transformación de las personas, la reconciliación, la sanación. Dios es capaz de transformar mi realidad; esto es volver al primer amor.
7. vr. 38: “Dijo María: He aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu Palabra”.
Vivir Pentecostés es dar la vida por Dios. Estar dispuesto a dar la vida pidiendo perdón y perdonando, dando la mano al necesitado, acogiendo al que está alejado.
8. vr. 39-41: “En aquellos días, se levantó María y se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo”.
Volver al primer amor con Dios, es descubrir que estoy lleno por dentro, que tengo que salir a tomar decisiones: cambio de mentalidad, de actitud, ir a servir a la familia. Generar Pentecostés en los demás”…Isabel quedó llena del Espíritu Santo”: Contagiar a los demás de Pentecostés. Ser testimonios verdaderos cuando estemos en la soledad, en la cotidianidad, para ser creíbles ante la familia, la vecindad, el trabajo, la sociedad.
CONCLUSIONES
- Volver al amor primero es volver a la Adoración, reconociendo lo que Dios ES en mí y no solo lo que El puede HACER.
- Preguntarnos qué pasos concretos voy a dar para renovar el amor primero con Dios.
BIBLIOGRAFÍA
- Apuntes del Retiro para Líderes de la RCC febrero 28 y 1 de marzo.
- Biblia de Jerusalén
- Guiados por el Espíritu Santo, Padre Diego Jaramillo
- La Encarnación es un Milagro de Amor
- El Gozo del Evangelio - Evangelii Gaudium
- Inténtalo Hoy (2da. parte)
- Otro año que queda atrás…
- Ser fiel a la propia fe, reto para el cristiano adorador
- El Espíritu Santo en la doctrina de San Pablo
- La Familia tiene una Misión
- Inténtalo Hoy, 1era. parte
- Influencia de los medios de comunicación en la familia
- Obediencia, tesoro de vida para el adorador