Tres días en Loppiano

Loppiano, Italia. Ciudad de la FraternidadLoppiano, Italia. mayo 25 al 27 de 2.012.- Bastaron tres días para constatar que sí se puede vivir la unidad. Habíamos oído que existía una ciudadela de los Focolares donde vivían familias, sacerdotes y personas solteras, donde todos compartían de una manera muy especial el misterio de la fraternidad; pero nunca pensamos que en los planes de Dios estaba traernos acá en este viaje. Apenas estábamos bajando del tren cuando empezamos a sentir una acogida tan especial que nos conmovió el alma. Llegamos con las dos hermanas de Isabel, su hermano sacerdote y el esposo de una de ellas. Entramos a este sitio ubicado en una colina muy extensa, llena de bosque, de árboles frondosos, de un lago inmenso que se divisa a lo lejos y de una  hermosa  capilla.

Esta capilla se construyó hace unos ocho años y su diseño y la dirección de la obra estuvo a cargo de cinco mujeres focolarinas consagradas.

Capilla en Loppiano, Italia

Hay unos salones dignos de imitar, excelentemente arreglados, donde funcionan escuelas de formación y donde últimamente se construyó una universidad. Nos ubicaron en una de las casas campestres destinadas a personas que vienen a vivir unos días acá la experiencia, y tuvimos la ocasión de asistir a las Eucaristías que se celebran diariamente.

Viven acá cerca de cuatrocientas personas ubicadas por grupos: jóvenes, familias, sacerdotes, responsables consagrados, todos organizados en sus casas y cada grupo con su coordinador. Todos comparten los oficios de aseo, cultivos, empresas de madera, modistería y asisten a escuelas de formación en su nivel. Vienen de todas partes del mundo a realizar capacitaciones que duran meses o años.

Lo que más nos impresiona es que se relacionan con todos como si hiciera años se conocieran; establecen un vínculo de comunión que se refleja en la alegría de sus rostros. Sentimos como si estuviéramos viviendo con personas como ustedes, llenos de la fuerza de Dios, buscando la unidad  en medio de la diversidad y poniendo en práctica el misterio del amor fraterno. Acá la llaman la ciudad de la fraternidad.

Estuvimos pidiendo al Dios Altísimo, nos permita seguir fortaleciendo en nuestra comunidad los lazos de fraternidad y nos conceda  en éste momento, la sede que estamos añorando; y que ojalá algún día, si es su voluntad, nos conceda la Villa de Futuro, que en una oración fruto de una de nuestras reuniones, el Señor nos mostraba como un ideal de vida futura.

Esta obra de los Focolares está extendida en muchos países del mundo: tiene 7.000 consagrados con votos perpetuos (la mayoría laicos), y miles de  adherentes y voluntarios. Ojalá que nuestra comunidad vaya extendiendo cada vez con mayor vigor el evangelio a todas las gentes de todas las naciones, sobre todo a aquellas que no conocen a Jesucristo.

Los medios de comunicación utilizados para la expansión del evangelio, son una fuente de luz para muchos. Les pedimos que todos se empeñen de manera decidida en utilizar estas herramientas para la evangelización de tantos que lo necesitan.

Sigamos orando y aportando todo lo que podamos y más de lo que podamos, para que la Sede de la comunidad sea una realidad. Estamos seguros que nosotros damos un pasito pequeño y Dios da pasos gigantes como lo ha hecho estos 15 años.

Desde ésta ciudad de la fraternidad, les enviamos una bendición. Valoramos mucho lo que el Señor nos ha dado como comunidad. Agradezcamos todos los días lo que nos ha mostrado, porque la fuerza de la misión que ha impreso en el corazón de la comunidad es tan grande, que viviendo la fuerza del amor entre todos, seguirá habiendo milagros como los que hemos visto y aún mayores. 

Sigan perseverando en la lectura de la Palabra; sigan perseverando en fortalecer el misterio de la fraternidad; sigan avanzando cada vez más en la fuerza de la misión que trasciende fronteras y no nos cansemos de hacer el bien, no nos cansemos de perdonar. La fuerza del Espíritu nos acompañará todos los días hasta el fin del mundo, Él es el protagonista de la misión; dejémonos conducir hacia los horizontes que Él nos muestre y sigamos más unidos que nunca, porque en la unidad está el poder. 

Que la adoración marque el derrotero de nuestra vida y la contemplación de Su gracia nos llene permanentemente el alma.

Un abrazo para cada uno de ustedes y de sus familias,

Con mucho amor,

Humberto e Isabel