Iniciando un Camino de Oración
Min. De Intercesión - María Adix Marín V.
La Oración, relación viva de Dios con sus hijos
Por encima de todas las maravillas creadas por Dios está el hombre, a quien ha elegido para ser su embajador aquí en la tierra. El libro del Génesis nos narra cómo desde el principio Dios se comunicaba directamente con el hombre en el Edén.
Hoy sucede lo mismo, “Dios es quien primero llama al hombre. Olvide el hombre a su Creador o se esconda lejos de su Faz, corra detrás de sus ídolos o acuse a la divinidad de haberlo abandonado, el Dios vivo y verdadero llama incansablemente a cada persona al encuentro misterioso de la oración. Esta iniciativa de amor es siempre del Dios fiel, la actitud del hombre es una respuesta”. Cf. #2567 del Catecismo Católico.
La Oración, respuesta del hombre al llamado de Dios
Primero veamos: ¿Qué es orar? Es el encuentro de la sed de Dios y de la sed del hombre. “Dios tiene sed de que el hombre tenga sed de Él" y en la medida que vayamos dedicando tiempo a la oración, Él va dando poder a nuestra oración, convirtiéndose en el más dulce diálogo de la creación con su Creador. Y esta oración tiene poder, pues nace de lo más profundo del corazón; es un salir de un Yo para entrar en un “Tu”. Cuando se unen los dos el resultado es un solo amor, y la presencia de Jesús es latente, se siente su misericordia, su ternura y ante ella como orantes, el resultado es de total rendición.
Orar: Es la voluntad de Dios para con nosotros: "Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús" (1Tes. 5:16-18). Según el Catecismo es el impulso de corazón, una sencilla mirada hacia el cielo, un grito de reconocimiento y de amor tanto desde dentro de la prueba como desde dentro de la alegría (Sta. Teresita del Niño Jesús)
La oración es la llave que abre el corazón y el alma al Espíritu Santo; es decir, a su acción en nosotros. Al orar, permitimos a Dios actuar en el alma, en el entendimiento y voluntad- para ir adaptando nuestro ser a su Divina Voluntad. (cfr. CIC 2825-1827) “La oración nos va descubriendo el misterio de la Voluntad de Dios.” (Ef.1, 9).
La oración pan diario: 'La oración es al alma lo que el alimento es para el cuerpo', es necesario orar todos los días, y para que eso resulte posible, se debe establecer un tiempo de oración y fijar un horario y respetarlo, de la misma forma que respetamos la hora para tomar los alimentos, sueño, trabajo, etc. Iniciando puede parecer absurdo. En poco tiempo se ve el lucro. 'Jamás pretendas hablar de Dios sin antes haber hablado con Él'.
Llamados a orar: Toda la creación en su forma mantiene viva la alianza con su Creador (Dn.3, 52-90) Dios crea al hombre con características específicas para que en él se refleje su naturaleza divina. Entonces dijo Dios: “Hagamos al ser humano como a nuestra imagen y semejanza” (Gn.1, 26). Esto nos indica que fuimos creados para desarrollar su imagen y su carácter, por lo que se hace indispensable tener comunión íntima con Él.
Crecer en la oración: El crecimiento en la oración no se logra a través de estudios teológicos o grandes investigaciones. Es el resultado de un rendimiento total ante la supremacía del Señor; es el postrarse ante El, el abajarse a sus pies para decirle cuánta necesidad hay de Él en nuestra vida.
Al Señor le agrada que esté en su presencia para amarlo y sentir cómo su amor no es estático sino que fluye. En la oración nos va dando conciencia de nuestros hechos y los va transformando hasta que sean agradables a su presencia.
Elegir un lugar adecuado, Es importante tener en cuenta la hora y el lugar para nuestra oración libre de distracciones donde vamos a leer la Palabra de Dios y hablar con Él. (Mt.18, 19; Lc.11, 1)
Elegir una hora conveniente. Los evangelios narran cómo Jesús se retiraba a orar en la madrugada. Busca el momento adecuado en el cual podemos estar a solas con Dios. Puede ser en cualquier momento, mientras que sea una cita regular que anhelamos mantener con nuestro Creador... “Pedro y Juan subían al templo para la oración de las tres de la tarde” (Hch.3, 1)
Perseverar: La fe y la paz crecen en la medida que permanezcamos en oración (Mc.14, 37). Dios desde el A.T. pide el diez por ciento, o sea el diezmo y es también en el tiempo. Para iniciar un camino de oración parece mucho tiempo; la sugerencia es iniciar con diez minutos para ponerse en la presencia del Señor, diez minutos para leer la Palabra y otros diez para reflexionarla, así automáticamente irá aumentando el tiempo de oración. El Señor nos enseña que debemos orar con perseverancia, sin desmayar y cuenta la parábola de la viuda y el juez (Lc. 18, 1-8).
Bajo la luz del Espíritu Santo miremos cómo está nuestra oración, reflexionando sobre los textos citados:
* ¿Es la oración mi pan diario?
* ¿Qué tiempo dedico a la oración?
* ¿Oro según la necesidad?
* ¿Qué es para mí la comunión con Dios?
* ¿Cuál es mi compromiso a partir de hoy frente a la oración?
“Debemos orar siempre, no hasta que Dios nos escuche, sino hasta que podamos oír a Dios”
(Autor desconocido)