Colombia está harta *

P. Rafael García Herreros, Sep. 23, 1987
 
Padre Rafael García HerrerosColombia está fatigada de guerrillas, está hastiada de asesinatos; está harta de extorsiones, de secuestros, de boleteos, de asaltos. Colombia está herida hasta el alma con la sangre, derramada, de sus hijos. No tiene la menor ilusión de que por el camino de la violencia se logre la justicia, se logre la restauración del equilibrio social. Colombia necesita urgentemente meses de paz, años de paz; un año en que no haya ningún colombiano muerto en alguna emboscada o en algún camino o en alguna tienda de pueblo, ni en ningún humilde rancho violado.
 
Colombia pide a todos sus hijos que cesen de tomar el revólver, de tomar la ametralladora. Colombia les pide a todos unos meses de descanso, de alivio. Son demasiados años de sangre inútil, son demasiados los muertos que debieran estar vivos, que debieran estar trabajando en sus campos, que debieran estar felices en sus hogares, en sus pueblitos.
 
Pero les pide también a los ricos que piensen, que miren el paisaje desolado del país; que miren lo que ha pasado en estos últimos años y que ellos, los ricos, los pudientes, hagan un gran cambio de actitud y quiten las causas, en buena parte, de esta gravísima situación. Que compartan, que participen. Les pide a los hacendados, a los ganaderos, a los industriales, a los capitalistas, a los negociantes, a los inversionistas, que tomen conciencia de que ahora les toca a ellos realizar grandes cosas para hacer cesar el gravísimo desorden del país; para que se acaben los boleteos, para que se acaben las vacunas y las cuotas mensuales que exigen los guerrilleros. Que hagan cosas importantes en favor de los pobres, para que no haya grandes haciendas rodeadas de ranchos miserables, para que no haya grandes mansiones cerca de tugurios inaceptables.
 
Colombia debe hacer aparecer, diariamente, noticias bellísimas: que en el Cauca devolvieron tierras a los indígenas, sus antiguos dueños. Que en el Magdalena Medio se hizo una gran corporación de pequeños propietarios; que en el Norte de Santander se amplió, en Arboledas, la comunidad agrícola que fundó el padre Maldonado y está integrando a muchos campesinos de esa región; que en tal otra parte, se reunieron todos los pudientes para hacer grandes obras de servicio común. Colombia debe llamar a todos los colombianos pudientes de Miami, de Estados Unidos y de Europa, a que regresen a trabajar, a crear empresas y a servir a la patria; a traer sus dineros.
 
Colombia necesita un año de sanación; un año de cambio profundo, un cambio producido por inspiración de Dios, producido voluntariamente por todos los ricos; un año en que no haya un solo muerto violento, ni ningún ataque ni ninguna desolación. Colombia necesita la noticia de que apareció un hombre o aparecieron varios, prodigiosos, como si fueran profetas, que reunieran a todos los generosos y a todos los pudientes, para hacer obras extraordinarias a todo lo largo del país.
 
Todos debemos venir a curar la patria. Se debe producir una oleada de optimismo, de servicio y de restauración de Colombia, que llegue a todas partes. Se debe producir en Colombia un movimiento que afecte principalmente a los grandes industriales, a los grandes cafeteros, a los terratenientes, a los exportadores, a los que tienen dinero en el exterior. Todos ellos van a proponerse sanar a Colombia, sanarla de su gran herida de injusticia, de su gran herida de avaricia, de su gran herida de desamor; de su gran herida, la zanja social, que la tiene al borde de la muerte.
 
Colombia necesita que todas sus fuerzas de bien, que todos sus inteligentes, que todos sus generosos puedan trabajar en el bien común, con toda libertad, con toda espontaneidad, sin estar temiendo que los proyectos que comiencen en servicio de la patria sean truncados o amenazados por guerrilleros o por bandoleros apátridas.
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* Tomado del libro "Artesanos de Paz" de Rafael García Herreros, Colección Obras Completas No. 18, Corporación Centro Carismático Minuto de Dios, 2009