Tomado de https://es.aleteia.org

Homilía hoy en Casa Santa Marta (Abril 25, 2.017)

El anuncio del Evangelio debe hacerse con humildad, venciendo la tentación de la soberbia. Es la exhortación que hizo hoy Papa Francisco en la Misa matutina en Casa Santa Marta – en la fiesta de San Marcos evangelista – en la que tomaron parte los cardenales del C9. El Papa reafirmó la necesidad de que los cristianos “salgan para anunciar” y manifestó que un predicador debe siempre estar en camino y no buscar “asegurarse la vida”, quedándose quieto y seguro.

Jesús da la misión a los discípulos: anunciar el Evangelio, “no quedarse en Jerusalén” sino salir a proclamar la Buena Noticia a todos. El Papa Francisco se detuvo, en la homilía, en el evangelio de Marcos que narra el mandato dado por el Señor a los discípulos, y observó que “el Evangelio se proclama siempre en camino, nunca sentados”.

Hay que “ir adonde Jesús no es conocido o donde Jesús es perseguido – dijo – o donde Jesús está desfigurado, para proclamar el verdadero Evangelio”.

“Salir para anunciar. Y también, en esta salida va la vida, se juega la vida del predicador. Él no va sobre seguro, no hay seguridad en la vida de los predicadores. Y si un predicador intenta asegurarse la vida, no es un verdadero predicador del Evangelio: no sale, se queda seguro. Primero: ir, salir. El Evangelio, el anuncio de Jesucristo, se hace en salida, siempre; en camino, siempre. Tanto en camino físico como en camino espiritual, como en camino de sufrimiento: pensemos en el anuncio del Evangelio que hacen tantos enfermos – ¡tantos enfermos! – que ofrecen sus dolores por la Iglesia, por los cristianos. Siempre, salen de sí mismos”.

Pero cómo es “el estilo de este anuncio”, se pregunta el Papa. “San Pedro, que fue el maestro de Marcos – responde – es muy claro al describir este estilo”: “El Evangelio se anuncia en humildad, porque el Hijo de Dios se humilló, se anonadó. El estilo de Dios es este” y no, “no hay otro”. “El anuncio del Evangelio – añadió – no es un carnaval, una fiesta”. Este “no es el anuncio del Evangelio”.

“El Evangelio – advirtió el Papa – no puede ser anunciado con el poder humano, no puede ser anunciado con el espíritu de trepar y subir”, “esto no es el Evangelio”. Todos somos llamados a revestirnos de “humildad hacia los demás”, porque “Dios resiste a los soberbios, pero da su gracia a los humildes”.

“¿Por qué es necesaria esta humildad? Precisamente porque llevamos en mano un anuncio de humillación, de gloria pero a través de la humillación. Y el anuncio del Evangelio sufre la tentación: la tentación del poder, la tentación de la soberbia, la tentación de la mundanidad, de tantas mundanidades que hay y que nos llevan a predicar o a simular; porque no es predicación un Evangelio rebajado, sin fuerza, un  Evangelio sin Cristo crucificado y resucitado. Por esto Pedro dice: ‘Vigilad, vigilad, vigilad … Vuestro enemigo, el diablo, como león rugiente ronda buscando a quien devorar. Resistidle firmes en la fe, sabiendo que vuestros hermanos en todo el mundo padecen los mismos sufrimientos’. El anuncio del Evangelio, si es verdadero, sufre la tentación”.

Francisco observó que si un cristiano dice que anuncia el Evangelio, pero que “nunca está tentado” significa entonces que “el diablo no se preocupa” porque “estamos predicando algo que no sirve”.

“Por esto – añadió – siempre en la verdadera predicación hay algo de tentación y también de persecución”. El Papa subrayó que, cuando hay sufrimiento, será “el Señor quien nos tome, quien nos de la fuerza, porque esto es lo que Jesús prometió cuando mandó a los Apóstoles”.

“Será el Señor quien nos conforte, quien nos de la fuerza para seguir adelante, porque Él actúa con nosotros si somos fieles al anuncio del Evangelio, si salimos de nosotros mismos para predicar a Cristo crucificado, escándalo y locura, y si hacemos esto con un estilo de humildad, de verdadera humildad. Que el Señor nos de esta gracia, como bautizados, todos, de tomar el camino de la evangelización con humildad, con confianza en Él, anunciando el verdadero Evangelio: ‘El Verbo vino en la carne’. El Verbo de Dios vino en la carne. Y esta es una locura, es un escándalo; pero hacerlo sabiendo que el Señor está junto a nosotros, actúa con nosotros y confirma nuestra obra”.