COMUNIDAD HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO
MINISTERIO DE EVANGELIZACIÓN - GUÍA DE PREDICACIÓN
Octubre 23 – 2013
QUE TODOS SEAMOS UNO EN EL AMOR DE DIOS
(Ef 4,1-6)
Objetivo
Descubrir que por la fe, si ponemos empeño, podemos llegar a conservar la unidad en el Espíritu, siendo un solo cuerpo en el único Señor.
Desarrollo
La unidad de la iglesia está ligada a la unidad de la fe: Un solo Señor, un solo cuerpo y un solo espíritu.
Hoy en día pareciera imposible creer en una unidad entre los hombres en una misma verdad, porque nos da la impresión de que una unión de este tipo se opone a la libertad de pensamiento y a la autonomía de cada individuo.
También es claro que la tiranía del relativismo nos ha hecho creer que la verdad es relativa, que cada uno es dueño de su verdad y que las cosas son buenas o malas según el cristal con que se miren.
Sin embargo la experiencia del amor nos dice que es precisamente en ese amor en donde es posible tener una visión común; que amando aprendemos a ver la realidad con los ojos del otro y a meternos en sus zapatos para percibir su realidad. Lejos de empobrecernos, esto hace que enriquezcamos nuestra mirada. El amor verdadero a la medida del amor divino, exige una mirada común en la verdad que es Jesucristo.
Esa unidad como hermanos la logramos precisamente en la unidad de la fe:
- todos creemos y confesamos un solo Dios.
- Creemos y confesamos que Jesucristo es su Hijo Unigénito.
- Creemos y confesamos un solo Espíritu.
- Creemos y confesamos que la iglesia es una y forma el cuerpo de Cristo.
Confesando todos la misma fe, nos apoyamos sobre la misma roca, somos transformados por el mismo Espíritu de amor, irradiamos una única luz y tenemos todos una única mirada para penetrar la realidad. Esto es: vemos la vida a través de los ojos de Jesucristo, que resucitado vive en cada uno de nosotros haciendo posible la unidad en el amor.
Es pues indispensable para la unidad de los cristianos la fidelidad y la obediencia a la Palabra de Dios, Palabra que escucha, custodia y expone el magisterio de nuestra Madre iglesia, enseñándonos quién esa roca, esa verdad y ese amor en los que se fundamenta nuestra unidad.
La Palabra nos enseña que debemos orar, mantener una intimidad con el Señor, indispensable para aprender a ser uno con nuestros hermanos.
Es esta unidad la que nos va a ayudar a vivir, a encarnar las palabras de Pablo cuando nos exhorta a que vivamos con humildad, mansedumbre y paciencia, soportándonos unos a otros por amor.
Ahora entendemos las Palabras del Señor cuando en oración le pide al Padre:
Cuida en tu nombre a los que me has dado, para que sean uno como nosotros. (Jn 17,11)
Conclusión
San León Magno decía: “Si la fe no es una, no es fe”
La unidad en el amor es lo que hace posible una mirada común de todos los hermanos. Ese amor que nos une nos hace sensibles y solidarios.
Cristo es la única verdad hacia la que todos debemos dirigir nuestra mirada y a través de Él penetrar la realidad.
Bibliografía:
Carta encíclica LUMEN FIDEI