COMUNIDAD HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO
GUÍA DE PREDICACIÓN
Mayo 27 2015
Vivir la Eucaristía
Jn 6, 53-56
Objetivo
Comprender el sentido de la conversión del pan y el vino, como condición de posibilidad que permite a la comunidad reunirse alrededor de la mesa del Señor, asumiendo procesos de vida, esperanza, amor, respecto a su quehacer cristiano, y de esta manera, vivir la eucaristía, sacramento en la renovación en el seguimiento en el Señor, aportando en la construcción de un mundo más humano, noble y solidario.
Introducción
Las autoridades de la Iglesia se han caracterizado por presentar a lo largo de la historia al sacramento eucarístico como el culmen o centro de la vida cristiana, promoviendo el misterio salvador presente en la consagración del pan y el vino, donde se contiene todo el bien espiritual de la iglesia que es Cristo, es decir Aquel que está glorificado, resucitado, y que ahora se hace presente en la mesa del Señor, en la celebración eucarística. Esto lo afirma la iglesia cuando habla de la presencia real de Cristo en la Eucaristía, sin excluir otros tipos de presencia (luz, ministerio, palabra).
Por lo tanto, favorecer en las comunidades cristianas una actitud profunda de la realidad eucarística, a partir de la consagración del pan y el vino por el poder del Espíritu Santo, es dar apertura a nuevos significados, respecto al quehacer cristiano en la iglesia y en el mundo, ya que ésta existencia ha quedado ignorado…derivando la separación entre el misterio y la institución, que aparecen como dos realidades autónomas[1]. Es decir, que vivir la Eucaristía conduce al cristiano a revalorizar y redescubrir la comunidad, la mesa del Señor, como medio para la construcción del reino de Dios, significando procesos concernientes tanto a las formas espontáneas de la vida cotidiana, como aquellos cambios que brotan del corazón para transformar, a través de la propia la vida el camino hermoso y maravilloso de la historia de la comunidad, de los hombres y de las mujeres, como también el de la sociedad.
Desarrollo
En el contexto vital de la comunidad y de la iglesia universal, el sacramento de la Eucaristía ha sido considerado fuente y culmen de la experiencia cristiana. El Papa Juan pablo II, así lo recordó, cuando quiso que se dedicará un año (2005) a este maravilloso misterio de fe, cuyo lema era: La Eucaristía fuente y culmen de la vida y de la misión de la Iglesia. Misterio, el cual se actualiza constante y permanentemente por la persona adorable del Espíritu Santo en beneficio de toda la humanidad y por supuesto en los diferentes escenarios donde crece y progresa. En efecto, la Eucaristía, vivida no se encierra en sí misma, sino que se convierte en una escuela de amor activo hacia el mundo. Ritual que no se centra en el pasado o en meros signos, sino en un memorial que se hace presente en el único sacrificio hecho por Cristo en su muerte y resurrección. De ahí, un sacramento que fortalece y aviva la vivencia y el servicio de la comunidad, generando transformaciones y cambios eficaces que promueven la justicia, el amor, la vida por el reino de Dios en los diversos auditorios de la vida cristiana, ya sea familiar, religioso, social, laboral, etc.
En este sentido, vivir la Eucaristía se concibe como un centro dinámico y activo de la vida y de la comunidad de fe. En efecto, no se puede reducir la presencia de Cristo a un altar eucarístico meramente, sin que éste “toque” la realidad comunitaria e histórica, cuando su carácter sacramental se mueve en un orden en el que abarca e impregna a toda la creación.
¿Qué quiere decir esto? En primer lugar que la celebración del misterio de la fe no está solamente afirmada en los lenguajes populares y culturales promulgados en el mundo dentro de una expresión religiosa, en la cual se hace necesario participar para cumplir con los parámetros doctrinales, imperados por la tradición o por los significados que configuran el conjunto de creencias con referencia eucarística. En segundo lugar es claro afirmar que el sacramento de la eucaristía se asiente en una expresión fuera o lejana de la humanidad, cuando los dones eucarísticos son para la comunidad una exigencia en su dimensión trascendente y el compromiso, la responsabilidad con la construcción del reino de Dios y su justicia en medio de la comunidad familiar, religiosa, social, laboral, etc.
Por lo tanto, recuperar el papel del Espíritu Santo en la comunidad, y más aún en el significado de la conversión del pan y el vino, modificará el dualismo intracomunitario entre quien celebra alrededor de la mesa del Señor (Eucaristía) y su vida cotidiana, en favor de una comunidad que realza la dignidad de los seres humanos con sus carismas y ministerios, llevando a un verdadero seguimiento en la persona de Jesús y, donde el mismo Espíritu Santo se da a los creyentes para que éstos sean capaces de articular la experiencia de fe, alrededor de la mesa del Señor, con su vida diaria, vida cristiana.
Conclusión
Vivir la Eucaristía conlleva un carácter de unidad integral (no como un espiritualismo) de lo celebrado en la liturgia sacramental y la presencia del Espíritu Santo actuante no sólo en el altar eucarístico, sino en la comunidad de creyentes; llamados no sólo a estar sentados alrededor de la mesa eucarística, sino a extender los Toldos, a transformar las diversas realidades de la humanidad, de la historia, del mundo (como un aprecio máximo y dedicado al servicio de toda la humanidad sin excepción alguna, anticipando y preanunciando el mundo futuro en comunión con Cristo y con el Padre en el Espíritu Santo), y así contribuir en la edificación del reino de Dios y su justicia, descubriendo en el corazón del hombre y de la mujer, de la comunidad familiar, social, y religiosa, el sentido y la realización de la vida, Jesucristo, llevando a cabo en cumplimiento a lo más auténtico de Cristo y su Espíritu, el amor.
Taller
- ¿Qué significa hoy para nosotros la opción de hacer presente en profundidad en el mundo y en la realidad diversa de los seres humanos la experiencia del Sacramento de la Eucaristía?
- ¿Cuáles serían los aportes que desde este misterio sacramental de Eucaristía podríamos dar para que en el mundo, la comunidad creciera y progresara en su fe, esperanza, salvación, en la experiencia del amor, en su vida personal e integral?
Bibliografía
COMBLIN,José. El Espíritu Santo y la liberación. Ediciones Paulinas 1987.
ZAPATA,Guillermo. La eucaristía: Pan de esperanza, comunidad en camino. En TheologicaXaveriana 157, Marzo 2006
VÉLEZ,Consuelo. La Eucaristía Luz y vida del nuevo milenio: algunos desafíos actuales. En TheologicaXaveriana 157, Marzo 2006.
SCOLA,Ángelo. Eucaristía, encuentro de libertades. Ediciones Encuentro. Italia Marzo 2005
LAVERDIERE,Eugene. Comer en el Reino de Dios. Sal Térrea, Bilbao 1994.
MARTÍNEZ,M. Víctor. Sentidosocial de la Eucaristía I: el pan hecho justicia. Facultad de Teología, Bogotá 2003.
[1]COMBLIN, José. El Espíritu Santo y la liberación. Ediciones Paulinas 1987. Pág. 31