Objetivo |
Hacer una profunda reflexión en este tiempo de cuaresma sobre este tema tan importante, tan fundamental de la vida cristiana: nuestra trascendencia.
Es tiempo de hacer un pare y alejar por unos momentos nuestras miradas de los menesteres de la comida, el vestido, de los negocios, de la casa, de la educación de los hijos, y pensar en algo que nos atañe gravísimamente que es nuestra eternidad.
¡Hay eternidad, hay eternidad! Esto hay que decírselo al ser humano moderno, que solo cree que hay comida, techo, dinero, deportes, que sólo hay placeres, que sólo hay ambiciones, que sólo hay cultura.
Estaremos, dentro de algún tiempo, frente a una inmensidad tal, una majestad tal, que el ojo no vio, ni el oído oyó, ni vino al corazón del hombre lo que Dios ha preparado para los que le amamos (1Cor 2,9).
Esta confrontación de nuestra vida en el amor absoluto de Dios, provoca en nosotros una toma de conciencia de no haber amado como debíamos amar, de no haber reconocido el rostro de Cristo en nuestros hermanos, de haber desdeñado y traicionado el amor de Dios.
¡ES TIEMPO DE AMAR!!!
(Apartes del libro “Morir y resucitar con Cristo” del padre Rafael García Herreros)
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Textos de apoyo |
Ti 1,2; Sal 16,11; Mt 19,29; Mc 10,30; Jn 6,27; Jn 13,34; Mt 5,44; Col 3,19;
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