FUNDACIÓN HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO
Guía de predicación

Agosto 1 al 5 – 2023

 Pablo de Tarso

 Hombre orgulloso transformado por Dios

(Hech 9,1-19)

 

Objetivo

Comprender que, así como Cristo transformó la vida de este hombre creyente, lleno de celo por su religión, apasionado, fiel y coherente, en un verdadero servidor de Dios, puede tomarnos a cada uno, transformarnos y mostrarnos el verdadero Camino.

Introducción

Sin duda alguna, el Señor puede tomarnos y, a Su manera, cambiar nuestra manera de pensar y de actuar. Puede que nosotros estemos convencidos de ir por el “mejor” camino, pero Él se encarga de mostrarnos cuál es ese Camino que nos conducirá a la verdad para ser libres.

La mayoría de nosotros conoce la vida de san Pablo, una de las personalidades más influyentes en la historia de la humanidad.

Daremos un brochazo para refrescar la memoria.

Saulo había sido educado con todo esmero en las tradiciones religiosas de los padres. Aún viviendo fuera de Palestina, su familia era profundamente religiosa y practicante, y Saulo recibió ese contagio en su infancia. No podía entender la vida de otra manera. Al llegar a la edad juvenil decidió ser rabino y se preparó a conciencia con el estudio de las Escrituras y de las aportaciones de los rabinos anteriores a él. Llegó a viajar incluso a Jerusalén, donde se formó junto al gran Gamaliel. Más aún, dentro del judaísmo optó por la rama farisea. Los fariseos tienen por lo general mala prensa. Sin embargo, eran el grupo más piadoso y cumplidor; su objetivo era agradar en grado sumo a Dios. Saulo no se andaba con medias tintas, y se une a aquellos que han elegido el camino de la «estricta observancia». No sólo se une: lo sigue con escrupulosa fidelidad. Un día dirá de sí mismo: «En cuanto a la justicia de la Ley, intachable». Siendo aún joven, se había colocado entre la élite espiritual y religiosa del pueblo de Israel. (Jn 3,1ss)

Lejos de toda mediocridad y en absoluta coherencia con sus principios fariseos, no dudará en perseguir a la Iglesia naciente. No podía tolerar aquella secta de los nazarenos que amenazaba los fundamentos de la fe judía y le arrancaba adeptos a ella. Había que extirparla de inmediato. En esas actividades persecutorias andaba, cuando un día, en el camino de Damasco, se le presentó Jesús, el que había sido ajusticiado y que para Saulo sólo era un personaje rechazable del pasado. Desde ese día su vida dio un vuelco total.

No nos detenemos en estos pocos párrafos en todo lo que implicó para Pablo ese acontecimiento. Sólo nos fijaremos en un aspecto de la revolución interior que se desató en su alma. En un instante se vio lleno de gracia de manera sorprendente e inesperada. El amor salvador de Cristo se volcó sobre él provocando una transformación tan honda que Pablo la llamará más tarde «nueva creación». (2°Cor 5,17) Saulo ha sido alcanzado en el camino de Damasco por Cristo, que ha hecho de él un hombre nuevo.

Esto no significa que el cambio haya sido inmediato, pero lo que sí cambió en ese instante fue su visión de sí mismo y de su relación con Dios. Lo que ha recibido de manera gratuita es tan profundo que necesitará años para asimilarlo y entenderlo. Y no podrá hacer otra cosa que empeñar toda su vida para transmitir a los más posibles esta Buena Noticia tan nueva como gozosa.

Hemos dicho que Saulo era un hombre moralmente intachable y religiosamente ferviente. ¿En qué consiste entonces su conversión?

A la luz de la experiencia del camino de Damasco comprende que era un voluntarioso autosuficiente. Hasta ahora había puesto todo su empeño en conquistar la salvación y en ganarse la amistad con Dios mediante sus buenas obras. Era él quien se salvaba a sí mismo cumpliendo con todo detalle las acciones prescritas por la Ley judía y sólo tenía que presentarse ante Dios para recibir la aprobación y el premio por lo conseguido.

Ahora, en cambio, entiende que la salvación es don gratuito de Dios. Lo entiende porque lo experimenta en lo más hondo de su ser. Todo es gracia. El hombre no puede salvarse a sí mismo. Herido por el pecado en las raíces de su ser, sólo puede ser salvado por Cristo. En el camino de Damasco Saulo ha sido derribado. Pero derribado sobre todo de su orgullo. Ahora reconoce la verdad de su condición de hombre pecador: «no hago el bien que quiero, sino que obro el mal que no quiero» (Rom 8,19), sólo puede ser liberado por aquel que le amó y se entregó a la muerte por él (Gal 2,20). Entiende que lo que le ha sucedido no se puede callar, debía gritarla a todos y Pablo se convierte en misionero infatigable por los caminos del mundo.

He ahí el milagro del camino de Damasco: Pablo ha sido agraciado con un don de lo alto inmerecido. Ya no tiene motivo para enorgullecerse. Todo es gracia. Ante Dios sólo cabe recibir, sólo tiene sentido dejarse transformar. Dios es quien da y actúa. El hombre es quien recibe y acoge. Pablo no sólo ha sido liberado del pecado. Sobre todo, ha sido liberado de sí mismo, de su vivir desde sí y para sí, creyendo que lo hacía por Dios

  • Mirando la obra de Cristo en Saulo de Tarso, ¿será que el Señor tiene algo que hacer en ti?
  • Saulo pensó que por ser Fariseo (cumplir estrictamente la ley), estaba salvado, ¿crees que por ser católico(a) ya eres salvo(a)?
  • ¿Tienes clara conciencia de que Jesús te amó y se entregó a la muerte por ti?
  • ¿Has hablado de ese amor inmenso de Cristo por ti con alguien?