FUNDACIÓN HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO
GUÍA DE PREDICACIÓN

JULIO 17 AL 22 – 2023

MI LÁMPARA ESTÁ LLENA, ESTOY AGUARDANDO A MI SEÑOR

(Mt 25,1-13)

Objetivo

Recordar que los cristianos esperamos el regreso de Jesucristo, lo cual indica que nuestra historia humana no ha sido solamente bendecida por el Señor con un proyecto para esta tierra, sino que nuestra meta es el regreso a los brazos del Padre. ¿Cómo estamos esperando?

Introducción

Como no sabemos el día ni la hora, tenemos que aguardar al Señor. Pero como en el texto de las diez doncellas y sus lámparas, tenemos que aguardar con calidad de espera. No se les critica que se durmieran esperando, sino la calidad de la espera. Unas tenían aceite y las otras no. Qué significa ese aceite y cuál es la diferencia entre las doncellas que tenían aceite y las que no. Las que no, debieron salir a buscarlo a otra parte y al llegar no alcanzaron a entrar al banquete de bodas.

Entonces calidad de espera significa que, si tú puedes responder por ti mismo, tú tienes el aceite. Si tú tienes que depender de lo que otros digan, tú no tienes el aceite. El que para creer en Dios depende de las circunstancias exteriores, por ejemplo, que tenga salud, afecto, que le fue bien, que sea aceptado, no tiene aceite. El que en cambio tiene una convicción tal que, aunque estuvieran cerradas todas las tiendas y sigue con su lámpara encendida, ese si tiene el aceite.

Calidad de espera significa esperar a Jesucristo de tal manera que, aunque todo fallara, que, aunque todo el mundo dejara de creer, aunque fallaran todos los testimonios externos, aunque la enfermedad se abalanzara, el fracaso económico nos ahorcara, nuestra fama fuera destruida y nadie nos diera una gota de aceite, aún con todo esto, nuestra vocación cristiana sigue firme. Eso es tener el aceite, tener una convicción que no dependa de nadie, de que las cosas me salgan bien, de que me agradezcan, de que me aplaudan, de que mis razones sean acogidas.

Pidamos una fe indestructible, indoblegable, que pase por encima del rechazo, la incomprensión, el aplauso, de lo que hagan o digan las demás personas. Eso es la calidad de espera que debemos tener.

Jesucristo nos invita a velar, a estar despiertos, a estar atentos. No es no estar dormidos; velar es una actitud espiritual; uno puede estar despierto cerebralmente, y estar dormido a muchas cosas. La invitación es a estar profundamente despierto empezando a ver a cuáles cosas uno está insensible. Cristo no dijo “no durmáis” Él dijo “velad” y esto es ser infinitamente sensible., atento ¿A qué estamos despiertos? ¿A mis intereses, a mis afectos, a mi trabajo, a mi dinero, a mis ascensos? Hay quienes están despiertos solo a lo que afecta directamente a ellos, pero están dormidos a lo que le afecta a Dios y al prójimo.

Tomado de Fray Nelson Medina, Reflexiones