
A partir de ese día tuvimos tres grandes encuentros con el santo padre: El viacrucis, la vigilia y la eucaristía de envío y clausura. Era inevitable que el corazón se llenara de emoción y felicidad al ver aquella playa de Copacabana abarrotada de jóvenes católicos celebrando en unidad la fe en Cristo Jesús en medio de aplausos, cantos, danzas y oración. Sorprendidos por el excelente trabajo que nuestros hermanos organizadores realizaban en aquella maravillosa tarima, el talento de nuestros músicos católicos y los sabios mensajes del papa Francisco, dábamos gracias a Dios porque nos permitía estar allí y poder gritar al mundo a una sola voz, he aquí ¡La Iglesia Viva, la Iglesia Joven!
Durante la mañana del 28 de Julio, aunque con cierto sabor a nostalgia por ver que se acercaba el día de partir, recibíamos también las palabras alentadoras de Jesús que nos enviaba como jóvenes valientes a llevar el evangelio a cada uno de nuestros países y reavivar nuestra fe en nuestras comunidades y aún fuera de ellas:
“¿Adónde nos envía Jesús? No hay fronteras, no hay límites: nos envía a todos. El evangelio no es para algunos sino para todos…No tengan miedo de ir y llevar a Cristo a cualquier ambiente”. (Papa Francisco).

Entre abrazos y sonrisas, nos despedíamos de nuestros nuevos amigos y hermanos peregrinos. Ninguna maleta hubiese sido lo suficientemente grande para empacar todas las enseñanzas, aventuras y recuerdos que esta Jornada Mundial de la Juventud nos dejó en el corazón. Así terminaba nuestro peregrinar, pero empezaba una gran misión como jóvenes servidores del Señor y misioneros. Oremos pues, para que esta gran experiencia de fe se traduzca de manera personal en nuestra vida cotidiana, en nuestras decisiones y en nuestros actos como verdaderos jóvenes e hijos de Dios.
“Los jóvenes son el campo de la fe, los atletas de Cristo, los constructores de una iglesia más hermosa y de un mundo mejor”.
Papa Francisco - JMJ RIO 2013