Comunidad Hombres y Mujeres de Futuro

Ministerio de Predicadores

Guía de Predicación

MAYO 21 2014

LA CONVERSIÓN, EL MEJOR REGALO

(Romanos 5,20-21)

OBJETIVO:

Orientar a los oyentes a permanecer en el deseo sincero de poseer a Dios, pues es Él quien nos lleva a poder rechazar el mal y realizar el bien.

INTRODUCCIÓN:

La conversión del corazón  tiene siempre la característica de reconciliación con Dios a través de la reconciliación con el hermano y por ende de la reconciliación con la comunidad de la Iglesia. Esta dimensión comunitaria implica una conversión y renovación de la humanidad, del mundo y de la Iglesia.

Quienes se convierten de corazón a Dios movidos por la caridad fraterna, han de contribuir a la transformación de las “estructuras de pecado” y la construcción de una nueva sociedad más justa y más humana, de acuerdo al designio de Dios.

DESARROLLO DEL TEMA:

 ¿Qué es la conversión?  Es un cambio de vida fruto de un encuentro personal con Jesucristo, que nos lleva a ver la vida centrada en Él y ordenada en la moral. Es un llamado a todo cristiano a tomar en serio nuestro compromiso bautismal, nuestra misión  evangelizadora siendo sal y luz del mundo (Mt.5, 13-16). Para todo buen cristiano la conversión del corazón es solo un comienzo, después viene el compromiso, el apostolado, la misión y por último los frutos.

Todos los hombres llevan en su interior la posibilidad de una oposición a Dios, ya que por el pecado original la naturaleza humana ha quedado debilitada y herida en sus fuerzas naturales:

  • La Inteligencia se mueve entre oscuridades y cae fácilmente  en engaños.
  • La voluntad se inclina maliciosamente hacia las conductas pecaminosas.
  • Las pasiones  y los sentidos experimentan un desorden que les lleva a revelarse al impulso de la razón.

Esta inclinación al mal que todo hombre posee, se acentúa con los pecados personales y con la influencia de ambientes malsanos. De ahí la imperiosa necesidad, de la verdadera conversión del corazón, porque en definitiva la conversión consiste en cambiar de manera de pensar para que cambie nuestra conducta; desandar el camino andado, incluyendo una nueva actitud hacia el prójimo, manifestada en el amor y en el servicio.

Por ello y para ello es preciso apelar a las capacidades espirituales y morales de la persona, y a la exigencia permanente de su conversión interior para obtener cambios sociales que estén a su servicio. (C.C.1888ss).

S.S. Benedicto XVI en su intervención del viernes santo del año 2007 nos decía que la conversión es una gracia de Dios, otorgada por los méritos de la redención de Cristo que murió para reconciliarnos con el Padre. La conversión del corazón es esencial para ser discípulos de Cristo y salvarnos.

La conversión no tiene lugar nunca una vez para siempre, sino que es un proceso, un camino interior de toda nuestra vida. Ciertamente este itinerario de conversión del corazón es un camino de todos los días que tiene que abarcar toda la existencia, cada día y cada momento de nuestra vida. Es oportuna aquí la exhortación de Jesús referida por el evangelista Marcos “Convertíos y creed en la Buena Nueva” (Mc.1, 15).

La conversión es la respuesta más eficaz al mal, que requiere de:

  • Un serio examen de conciencia con el compromiso de purificar la propia vida.
  • Un arrepentimiento de corazón del pecado, pues el pecado  es todo acto, dicho o deseo contra la ley de Dios.
  • Vencer el mal en su raíz que es el pecado; aunque no siempre pueda evitar sus consecuencias.
  • Hacer penitencia y corregir la propia conducta, siendo este el camino más eficaz para mejorarnos tanto a nosotros mismos como a la sociedad.

Convertirse significa por tanto, no perseguir el éxito personal, que es algo que pasa, sino abandonando toda seguridad humana, seguir con sencillez y confianza al Señor para que Jesús se convierta para cada uno, como le gustaba decir a la Beata Teresa de Calcuta en “mi todo en todo”. Quien se deja conquistar por Él, no tiene miedo de perder la propia vida, porque en la cruz Él nos amó y se entregó por nosotros.

El camino que eligió Jesucristo fue predicar a todos la conversión, denunciar todas las situaciones de pecado e ir formando a los que se iban convirtiendo a su palabra.

CONCLUSIÓN:

 “Dios es luz, en él no hay  tiniebla alguna” (1.Jn.1, 5). San Juan explica las posibles actitudes ante la conversión, diciendo: “Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios” (Jn.3, 20-21). Además, la mirada creyente es capaz de reconocer la luz que siempre derrama el Espíritu Santo en medio de la oscuridad, sin olvidar que “donde abundó el pecado sobreabundó la gracia” (Rom.5, 20).

TALLER:

¿En qué consiste la conversión del corazón?

¿Por qué la conversión es una gracia de Dios?

¿Por qué la conversión es la respuesta más eficaz al mal?

 

BIBLIOGRAFÍA:

Catecismo de la Iglesia Católica

Portal católico: encuentra.com   Homilías de S.S. Benedicto XVI viernes Santo 2007 y 11 de Marzo.

Biblia de Jerusalén.

Evangelii  Gaudium. Papa Francisco.

Sacerdote Padre Juan Rivas. Reflexión