FUNDACIÓN HOMBRES Y MUJERES DE FUTURO

MINISTERIO DE MAESTROS - GUÍA DE PREDICACIÓN

Septiembre 24 - Familias

SÓLO ÉL ES NUESTRA PAZ

(Ef. 2, 13-19)

 

Objetivo:

Reflexionar sobre el verdadero fundamento de la paz, reconociendo a Jesucristo, nuestro Señor, como el que nos ha reconciliado con el Padre por medio de su entrega en la cruz, para obtener por Él la paz que tanto necesitamos, teniéndolo como el centro de nuestras vidas y nuestros hogares.

Desarrollo:

Una de las cosas más maravillosas que hizo el Señor Jesús fue sanar nuestros corazones rotos y afligidos, para que nos reconciliáramos con nosotros mismos, con nuestros semejantes, con la naturaleza y por supuesto con el Padre celestial. Jesús ha derrumbado el muro que nos separaba, ese muro de odio, de orgullo, de rencor, de egoísmo, etc., para que no fuéramos extraños, para que nos reencontráramos como hermanos, para que amemos al enemigo y para que volvamos la mirada alegres hacia los demás y los reconozcamos como hermanos, todos hijos de un mismo Padre.

“La paz les dejo, mi paz les doy, pero no como se las da el  mundo”

Es necesario establecer bien esta diferencia, porque hemos gastado muchas energías en diversos intentos por conseguir la paz. Esta hay que buscarla donde se encuentra, hay que ir a la verdadera fuente, porque paz no es necesariamente ausencia de guerra. La encarnación del hijo de Dios, nuestro Salvador, origina una nueva forma de vivir, un nuevo modo de hacer familia y de construir la comunidad humana, derribando el odio y abriendo la senda del amor, del perdón, de la reconciliación que acoge y abraza con infinito amor a toda la humanidad.

Sigamos el ejemplo de Zaqueo, hagamos hasta lo imposible por “ver” a Jesús, saltemos todo tipo de obstáculos, hasta que logremos que Él nos dirija su mirada y llegue a nuestro hogar. Esta presencia maravillosa traerá a nuestra casa salvación, reparación y reconciliación.

Cuando el Señor resucitado se aparece a sus discípulos los saluda diciéndoles: “Paz a vosotros”. Con la resurrección de Cristo se inaugura el verdadero reino de paz en el mundo. Una experiencia de paz que nada tiene que ver con las negociaciones que hacemos nosotros para conseguir la paz. Esta paz es un don, una gracia que nos viene de lo alto como consecuencia de la redención.

Este don es la persona misma de Jesús que nos trae la paz y la reconciliación.

Por eso, para poder recuperar las sanas relaciones en el hogar, vencer la violencia entre sus miembros y fomentar una sana convivencia, es indispensable acoger al Señor, príncipe de la paz y que sea Él quien tome el control de nuestras vidas y de  nuestra familia. Él debe ser sin duda el centro en cada hogar. Cuando la pareja ora en unidad, y hacen extensiva esta oración a sus hijos, en la mesa a la hora de las comidas, en los momentos de reunión familiar, en diferentes celebraciones etc, cuando todos como familia oran y ponen en las manos del Señor sus planes y proyectos, su economía, su diario quehacer, entonces será Él quien los guíe y dé luz a su vida familiar, ayudándolos en los momentos difíciles y siendo el gestor de la paz y la reconciliación de nuestro hogar.

El compromiso con la paz y la sana convivencia toca en primer lugar a la persona y luego a la familia; por esta razón se hace urgente mantenernos en comunión con el Señor de la paz, guardando nuestro corazón e ansiedades, tensiones, envidias, odio y ambición desmedida. Las preocupaciones por las cosas del mundo, el estrés y los temores nos roban la paz que el Señor nos da y si no tenemos paz personal ¿cómo vamos a tener paz en la familia?

Una familia que ignora a Cristo es una familia a la deriva, en manos del mundo en donde la televisión y los medios son sus maestros, obrando y respondiendo a lo que el mundo le exige, tener y acumular cada vez más y más, porque todavía gobierna nuestra vida aquello de “amigo cuánto tienes, cuánto vales”  y esto es lo que genera las discordias, las envidias etc.

¿Cómo puede la familia comprometerse  con una verdadera cultura de paz?

Al respecto el papa Benedicto XVI dice: “por eso la familia es la primera e insustituible educadora de la paz”. No nos debe sorprender entonces que se considere particularmente intolerable la violencia cometida dentro de la familia, cualquiera que sea la forma de violencia, física, a la mente, al corazón. Por tanto cuando se afirma que la familia es la célula primera y vital de la sociedad, se está afirmando algo esencial.

Es en la familia en donde se tienen experiencias determinantes de amor, afectividad, paz, perdón, reconciliación y aceptación. Y cuando hablamos de experiencias determinantes, estamos hablando de experiencias que marcan la vida de cada miembro en la familia, especialmente a los hijos. Es por esto que la comunidad humana no puede prescindir de la familia.

La familia es el nido que nos prepara la naturaleza para aprender a ser hombres y mujeres de paz. El lenguaje verbal y no verbal cotidiano de la familia es un lenguaje de paz, desde niños aprendemos de paz con los gestos y miradas de papá y mamá, antes incluso que de sus mismas palabras.

Como San Francisco de Asís, pidamos a Jesucristo, el Dios hecho hombre, que nos haga instrumentos de su paz para que su reino de amor, justicia, solidaridad y perdón se realice en cada uno de nuestros corazones, nuestras familias y nuestra sociedad.

Conclusión:

Sólo Cristo es la paz y sin Él no es posible vivir en comunión con los demás.

Él es en persona la paz, hagamos que sea el Salvador y Señor de la paz, el centro de nuestros hogares; así seremos realmente instrumentos de paz y amor para nuestras familias y para la sociedad.

“La familia es la fuente de toda fraternidad” (Papa Francisco), es también un actor fundamental en la transformación de la sociedad; por esta razón debemos fomentar en cada una de nuestras familias la oración personal, de pareja y comunitaria y procuremos hacer juntos por lo menos una comida al día, de tal manera que creemos un espacio para compartir y escucharnos. Son estos momentos los que van haciendo de nuestro hogar un lugar mejor.

Taller:

·         ¿Qué debemos hacer en nuestra familia para que el Señor de la paz sea el centro de ella?

·         ¿Cómo trasmitirles a nuestros hijos el amor al Señor, la necesidad de la oración y de los sacramentos?

Bibliografía:

EL ABRAZO EN FAMILIA UN APORTE PARA LA PAZ. De la conferencia Episcopal de Colombia.